Page 761 - Mahabharata
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17. El gran viaje                                                                        741


                   Yudhisthira miraba alrededor fijándose en las caras de todos los que allí estaban y
               luego dijo:

                   —No veo aquí a mis hermanos ni tampoco a mi reina. Yo quiero ir a donde han ido
               mis hermanos, no quiero para mí ningún otro lugar. Quiero que me lleven donde están
               mis hermanos.
                   Indra escuchó sus palabras y le dijo:
                   —Yudhisthira, quédate aquí en este gran salón, tú te has ganado un lugar en el Cielo;
               eres el rey más justo que ha gobernado jamás en la Tierra, por ello es justo que te quedes
               aquí. ¿Por qué permites que te afecten aún las emociones mundanas? Ya no estás en la
               Tierra, estás en el Cielo; desecha ese estúpido amor por tus hermanos. Puedes quedarte
               aquí y ser feliz.

                   Yudhisthira escuchaba lo que Indra estaba diciendo, pero sus ojos miraban a todas
               partes buscando incesantemente a sus hermanos sin que pudiera encontrarles por ningún
               sitio.
                   Yudhisthira miró a Indra y le dijo:
                   —Tú eres el señor de los dioses y me estás concediendo el privilegio, el gran privilegio,
               de quedarme contigo. Pero, mi señor, yo no puedo quedarme en este lugar ni un solo
               momento más; mis hermanos no están aquí y sin ellos, este Cielo será para mí igual
               que el infierno y por ello estoy dispuesto a renunciar a este gran privilegio que se
               me ha concedido. Tienes que decirme dónde están y llevarme al lugar donde pueda
               encontrarme con ellos. Llévame al lugar donde pueda encontrar a mi amado Bhima y a
               Arjuna, quiero estar con mis hermanos Nakula y Shadeva, quiero ir allí donde haya ido
               la mejor de las mujeres, Draupadi, de hermosas proporciones y piel oscura; dotada de
               gran inteligencia y de recta conducta.

                   Todos le miraban fijamente, estaba un poco sobresaltado y su mirada aún seguía
               escudriñando entre los rostros de los presentes tratando de encontrar a sus hermanos,
               cuando de repente, sus ojos vieron a Duryodhana.
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