Page 144 - Pacto de silencio
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¿Qué  interés  había  en  España  porque  el  contenido  en  anilidas  fuera  muy

           sensiblemente superior al real?
               El  Dr.  Luis  Frontela  Carreras,  como  ya  queda  dicho  catedrático  de  Medicina
           Legal  y  director  del  Instituto  de  Medicina  Legal  de  la  Universidad  de  Sevilla,

           tampoco halló sustancia tóxica alguna en los aceites: «Ante la espectacularidad de la
           cantidad de enfermos y de fallecidos, ante la desorientación de no saber exactamente
           de  qué  sustancias  se  trataba,  envié  un  equipo  de  mi  cátedra  a  León  y  a  diversos
           pueblos,  como  Chozas  de  Abajo,  para  que  personalmente  viesen  a  los  enfermos,
           obtuviesen muestras de aceites, obtuviesen muestras de sangre y de sueros, de orina,

           las historias clínicas, para que pudiésemos hacer una valoración de qué se trataba.
           Con las muestras ya de regreso en Sevilla, estuvimos analizando todo el material que
           trajimos, y en principio no estábamos muy convencidos de que fuera el aceite. Pero

           entonces,  al  principio,  como  había  tal  obcecación  de  que  se  trataba  del  aceite,  y
           nosotros al analizar el aceite no encontrábamos tóxicos ni sustancias qué pudiesen
           permitirnos afirmar que era el origen de la intoxicación, buscamos otras sustancias
           que estuviesen en relación con el aceite, porque ya digo en: el aceite no encontramos
           ningún tóxico…».

               Tampoco el Juez Instructor estaba excesivamente seguro de la toxicidad del aceite
           de colza, cuando en el Auto de 26 de julio de 1983, obrante al folio 25.433 vlto, del
           Sumario 129/81 escribía: «Dado que la concentración de los productos encontrados

           en el aceite de colza (de indicios azobenceno, hasta 60 ppm en la anilina y hasta
           2 000 ppm en la oleilanilida) y la sintomatología de los enfermos no concuerda con
           una  intoxicación  por  dichos  productos  y  no  había  relación  directa  entre  causa  y
           efecto, se comenzó una línea de investigación por experimentación biológica…»
               El  Dr.  Ángel  Peralta  Serrano,  jefe  del  departamento  de  Endocrinología  del

           Hospital  Infantil  de  la  Ciudad  Sanitaria  La  Paz,  de  Madrid,  escribe  en  d  informe
           previo que en su calidad de perito remitió a la Sala: «Puedo decir que aceite de colza
           del mismo que tomaban los habitantes de Móstoles, tomamos toda mi familia y no se

           dio ni un caso», y, dos párrafos más adelante: «Son muchas más las personas que
           consumían en aquel entonces “aceite de colza” y que no padecieron el síndrome, que
           las afectadas consumiéndolo.»
               Ya muchísimo antes, en la reunión que hubo en el Ministerio de Sanidad el 24 de
           noviembre  de  1981,  el  Dr.  Muro  expuso  esta  situación:  «Tenemos  listados  de

           enfermos que no han comido nunca el aceite, y en cambio sí que están enfermos; y
           tenemos  el  listado  inverso  éste  gigantesco:  las  enormes  cantidades  que  sí  han
           consumido el aceite y que no han padecido la enfermedad.»

               Exactamente  esto  fue  lo  que  me  narraron  diversos  enfermos  afectados  del
           síndrome  tóxico  en  Fuenlabrada,  cerca  de  Madrid.  Hay  bastantes  de  ellos  que  no
           consumieron aceite tóxico, mientras que existen suficientes casos de personas que sí
           lo  consumieron  y  que  sin  embargo  no  quedaron  afectadas  por  el  síndrome.  La




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