Page 153 - Pacto de silencio
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consumidos nunca, es decir que era prácticamente, epidemiológicamente imposible
           que se produjera un solo caso en un local cerrado de cientos de personas, donde los
           tomates hay que comprarlos por cientos de kilos, y donde son perecederos. Mientras
           que,  si  fuese  el  aceite,  lógicamente  en  estos  grandes  comedores  era  lógico  que  se

           hubiesen producido, y yo sí que les diré quiénes han consumido este aceite». Como
           ya repetí en más de una ocasión, murió demasiado pronto.
               El antiguo jefe de Sanidad de Torrejón de Ardoz me confirmó que «conocemos a
           muchos  tipos  de  enfermos  del  síndrome  tóxico  que  jamás  tomaron  el  aceite,  por

           supuesto».
               Cuanto más se adentra uno en esta investigación, más asombrado se va quedando
           a la vista de lo que sale a la luz. Así por ejemplo, en las conclusiones a que llegaron
           los  especialistas  de  la  OMS  en  su  reunión  en  Madrid  en  marzo  de  1983,  leemos:

           «Desde un punto de vista epidemiológico, todavía no está claro si la anilina y los
           productos de reacción de la anilina se encontraban sólo en los aceites relacionados
           con casos, o si el aceite des-desnaturalizado —o sea, renaturalizado— era en realidad
           más  ampliamente  distribuido  y  consumido  en  España  tanto  antes  de  la  epidemia

           como durante la misma e incluso en partes del país no afectadas por el SAT.»
               La  eurodiputada  Dorothee  Piermont  denunció  en  el  I  Congreso  de
           Internacionalismo  de  los  verdes,  en  Kassel,  en  octubre  de  1985,  que  «en  total
           solamente enfermaron el 7 por mil de aquellos que consumieron el presunto aceite

           altamente venenoso».
               El Dr. Francisco Javier Martínez Ruiz, integrante de la comisión de investigación
           epidemiológica  del  PNST  de  Presidencia  del  Gobierno,  me  confirmaría:  «Lo  que
           nosotros  sacamos  es  que  menos  de  un  1%  resultaron  afectados,  de  todos  los  que

           consumieron aceites sospechosos».
               Estos escandalosos resultados que arroja una epidemiología bien llevada, fueron
           los  que  quedaron  tapados,  precisamente  por  la  desastrosa  investigación

           epidemiológica que se llevó a cabo.
               Así, en el «Anexo II (Escritos relacionados con la investigación epidemiológica)»
           del  Informe  resumido  de  las  actuaciones  del  Programa  Nacional  de  Atención  y
           Seguimiento que con fecha 11 de enero de 1982 emite el director de dicho Programa,
           el Dr. Manuel Evangelista Benítez, se observa la reiterada inasistencia a las sesiones

           epidemiológicas  del  representante  de  la  Dirección  General  de  Salud  Pública,
           Dr.  Ricardo  Saiegh,  cuya  asistencia  era  necesaria  para  la  buena  marcha  de  las
           sesiones:  «…  se  constata  una  vez  más  la  ausencia  del  Dr.  Saiegh,  representante

           designado  por  la  Dirección  General  de  Salud  Pública.  La  reiteración  de  estas
           situaciones  y  el  mantenimiento  de  esta  actitud  entraña,  a  juicio  de  esta  Dirección,
           graves omisiones administrativas…», escribió el Dr. Evangelista el 17 de diciembre
           de 1981. Entre los asistentes a esta reunión se llegó a comentar —y así lo expresa el
           informe correspondiente— que la ausencia del Dr. Saiegh podría ser indicativo de

           que la Dirección General de Salud Pública no quería estar presente eh los trabajos del



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