Page 20 - Pacto de silencio
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fabricación de obuses de artillería binarios 59,3 millones de dólares.
               A principios de 1988 comienza la fabricación de una bomba de aviación química
           binaria provista de componentes de un gas neuropléjico aún más tóxico, el VX-2.
               El  programa  binario  significa  no  solamente  el  relanzamiento  de  la  carrera  de

           armamentos  químicos,  sino  también  una  mayor  saturación  de  Europa  en  lo  que  a
           almacenamiento  de  armas  químicas  concierne.  Especialmente  en  Alemania
           occidental,  en  donde  se  concentrarán  nuevos  stocks  de  armas  químicas.  A  las  tres
           millones de municiones químicas ya depositadas allí, los Estados Unidos se proponen

           añadirles ahora dos millones de municiones binarias. A los cuatro millones de litros
           de productos tóxicos que ya hay depositados en suelo alemán, se proponen añadirles
           adn 50 000 toneladas de componentes binarios.
               El  coronel  Lomov  destacó  a  finales  de  diciembre  de  1987  la  extrema

           complicación que presenta el control de la no-fabricación de este arsenal químico en
           la industria civil, subrayando que el control generalizado e internacional de toda la
           industria química, incluyendo a la industria química civil —y esto es importante en el
           contexto de este libro— no conviene a los intereses americanos.

               He traído a colación aquí estos breves apuntes sobre la temática de los ensayos de
           la guerra bacteriológica y sobre todo química, por la única razón de que en la base de
           estos  últimos  yacen  con  toda  probabilidad  los  mismos  grupos  de  productos
           organotiofosforados que alimentaron las raíces —y pocas veces mejor empleada la

           expresión— de la magna tragedia popular española de la primavera de 1981, la —
           hasta hoy— misteriosa epidemia del síndrome tóxico.
               Uno no debe perder de vista, al enjuiciar esta epidemia, que el CESID siguió el
           hilo  que  lleva  a  estos  organotiofosforados  y  que,  además,  niega  haberlo  seguido.

           Ambas  circunstancias  son  preocupantes.  La  primera,  porque  uno  se  plantea  de
           inmediato  la  pregunta  de  qué  es  lo  que  ponían  los  servicios  de  información  de  la
           Defensa de un país investigando el efecto producido por una plantación de tomates

           (para quienes lo ignoren habrá que añadir que los tomates son plantas solanáceas, al
           igual que lo son los pimientos por los que se interesaron los militares de la OTAN).
           ¿Es razonable que los especialistas en espionaje o contraespionaje militar se dediquen
           a  investigar  un  fraude  alimenticio?  Sirva  como  botón  de  urgencia  en  esta
           introducción  al  tema,  el  dato  de  que  el  antiguo  Subdirector  General  de

           Establecimientos y Asistencia Farmacéutica, preparara en su momento y con destino
           al  CESID,  un  informe  sobre  temas  referentes  a  la  aplicación  de  determinados
           preparados de síntesis orgánica, a la guerra química. La segunda, porque la negación

           o el desmentido de esta investigación comporta automáticamente la gravedad de lo
           averiguado por medio de la misma.
               La  dirección  que  apunta  hacia  el  ensayo  de  arma  química  viene  indicada
           igualmente por el desmesurado interés del gobierno —lo que es más sospechoso: de
           los gobiernos (tanto el de UCD como el del PSOE)— en insistir en la culpabilidad del

           aceite de colza desnaturalizado, cuando la simple lógica descarta esta hipótesis desde



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