Page 94 - Pacto de silencio
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científicamente más aceptable esta conclusión?»
A lo que el perito Dr. Luis Frontela Carreras, catedrático de Medicina Legal de la
universidad de Sevilla, argumentó lo siguiente: «En cuanto a si existen factores de
susceptibilidad individual o genéticos, bien es verdad que existen cuando concurren
determinadas dosis de tóxico; pero en este caso concreto creo que hay demasiadas
discrepancias, demasiadas diferencias sintomatológicas para creer en esas
predisposiciones individuales y genéticas, sino que más bien yo opino que unos
ingirieron el tóxico y otros no, y unos lo ingirieron en mayor y otros en menor dosis,
y unos en dosis únicas y otros quizás en dosis repetidas».
Pero regresemos al Dr. Muro: rechazado el aceite, vuelve a la ensalada, e
investiga el consumo de sal y vinagre, hipótesis que abandona rápidamente al
percatarse de las diferentes marcas de consumo de ambos productos (y en el caso de
la sal, al saber que todas las marcas envasadas provienen de dos únicas salineras, por
lo que a esas alturas —si la sal hubiera estado contaminada— media España tenía que
estar afectada).
Después de lo cual, el Dr. Muro mantiene que la causa del envenenamiento
masivo se halla en la ensalada, pero tras haber descartado la posible relación de sus
principales productos (lechuga, aceite, sal, vinagre y cebolleta) y creer que otros
productos habituales, como lo son los tomates y los pimientos, no eran capaces de
poder vehiculizar ningún producto tóxico por tener una piel cérea que impide la
penetración del mismo e incluso su adherencia a su superficie, ignora cuál puede por
ende ser el vehículo del tóxico que evidentemente estaba actuando en el organismo de
los afectados, escondido —según mostraron los estudios epidemiológicos— en algún
ingrediente de la ensalada. En lo que a la Administración se refiere, cabe apuntar el
hecho de que, a pesar de haber anunciado como vimos el 10 de junio por televisión
que el aceite adulterado había sido el causante de la epidemia, y de haber dado el 17
de junio la orden de retirada del sospechoso aceite de colza desnaturalizado, éste
seguía vendiéndose con fecha 22 de junio, tal y como lo denunció en su día el
académico profesor Gonzalo Gil Piédrola en discurso pronunciado ante la Real
Academia Española de Medicina.
Y a pesar del anuncio referido del día 10, y de la citada orden del 17, el Gobierno
no hizo nada para impedir que los españoles siguieran consumiendo el aceite que
tenían en sus casas, presuntamente tan tóxico. Tuvo que ser el Dr. Tabuenca quien
aprovechara un programa de TVE (la Clave), cuando ya estábamos en el 24 de junio;
para avisar a los telespectadores de que no consumieran ese aceite. Él mismo lo
cuenta en el informe ¿La colza… o qué?: «En la Clave planteé lo de la recogida del
aceite al ver que, desde el día 10, día en que comunicamos los hallazgos del aceite,
hasta el día 24, día del programa de la Clave, la gente seguía consumiendo el aceite
tóxico. Esto lo comprobábamos a través de las encuestas. Yo estaba aterrado, y me
decía que, a pesar de todo lo hecho, nada iba a tener ningún valor; porque si la gente
seguía consumiéndolo, podía ocurrir una catástrofe. Ésta fue la razón por la cual yo
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