Page 91 - Pacto de silencio
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alcanzado su máximo grado de incidencia.
               También hay que anotar —para que nadie alegue desconocimiento por parte de
           los  responsables  de  la  Administración—  que  el  Dr.  Muro  informó  a  diario,
           verbalmente, de sus investigaciones y averiguaciones, durante los meses de mayo y

           junio  de  1981,  al  entonces  secretario  de  Estado  para  la  Sanidad,  Dr.  Luis
           Sánchez-Harguindey.
               De repente, el 1 de junio de 1981 el Dr. Tabuenca, después de su visita y cambio
           de impresiones dél 28 de mayo en el Instituto Nacional de Toxicología, manifestó en

           televisión  que,  de  acuerdo  con  sus  trabajos,  «la  epidemia  no  estaba  causada  por
           ningún agente microbiológico, sino por una intoxicación alimentaria».
               El 6 de junio el ministro Sancho Rof comunica en una rueda de prensa que existía
           un informe secreto, en poder del Ministerio de Sanidad, en el que se determinaba que

           en los casos registrados en Torrejón se había aislado una bacteria. Afirmación que
           contribuyó —como muy bien exponen Luisa Villar Liébana y Miguel A. Sánchez en
           su estudio ¿La colza… o que?— a que la opinión pública volviera a sospechar de la
           base americana como foco de la epidemia. Pues conviene recordar en este contexto, y

           teniendo en cuenta que la primera interpretación hablaba de la legionella, que esta
           enfermedad  apareció  por  vez  primera  en  1976  en  los  Estados  Unidos  —como
           recuerdan  los  autores  citados—,  al  morir  34  personas  que  habían  asistido  a  una
           convención de legionarios y ex-combatientes norteamericanos en Filadelfia, cayendo

           gravemente enfermos otros 150 asistentes a la misma. Días antes (el 20 de mayo)
           apareció en Diario 16 una noticia que también había echado leña a este fuego:

                 «Los virólogos encargados de investigar las causas de la epidemia insisten en
                 que la investigación debe centrarse en Torrejón de Ardoz (Madrid), dado que

                 los primeros casos de esta enfermedad se detectaron allí.
                 »El  pasado  viernes  un  equipo  de  virólogos  del  Centro  Nacional  de
                 Majadahonda acudieron a la base americana de Torrejón para realizar algunas
                 pruebas e instalar placas de petri, con el único fin de comprobar si en aquella

                 zona detectaban virus extraños.
                 »A esta delegación no se le permitió la entrada y, por tanto, no pudieron llevar
                 a cabo las pruebas, al no estar autorizadas por la autoridad militar».


               El  día  8  de  junio,  el  Dr.  Muro  telefoneó  al  Dr.  Antonio  Borregón  Martínez,
           director  del  laboratorio  del  Centro  Nacional  de  Alimentación  y  Nutrición  de

           Majadahonda,  para  agradecerle  su  petición  en  una  reunión  del  cuerpo  médico  de
           Sanidad  Nacional,  en  el  sentido  de  que  había  que  redactar  una  nota  o  moción
           lamentando la destitución de Muro. La llamada de agradecimiento sirvió de paso para
           que el Dr. Borregón le ofreciera que si además quería algo de él, lo que fuera, que

           podía disponer de ello. Y Muro le dice. «¿Tú me podrías hacer a mí unos análisis de
           aceites?, pero en secreto». «Claro.» «¿De verdad?» «Sí.»
               De resultas de esta conversación, el 9 de junio el Dr. Muro le lleva los aceites:



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