Page 92 - Pacto de silencio
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«Pero  los  que  le  llevamos  eran  los  que  teníamos  recogidos,  no  de  garrafes,  ni  de
           mercadillos —que sabíamos que eran todos distintos— sino de cabecera de enfermo,
           en  los  que  nos  constaba  que  era  el  único  aceite  consumido.  Si  no  reunía  esta
           circunstancia no aceptábamos el aceite, el único aceite consumido por los enfermos.

           De manera que si llevábamos diez de la misma zona y los aceites eran distintos, no
           podía  ser  el  aceite.  Por  el  contrario,  si  los  diez  aceites  eran  iguales,  seguíamos
           pensando que pudiera suceder que sí, que fuera el aceite».
               El  mismo  día  se  mide  la  acidez  del  aceite  y  se  pincha  el  cromatógrafo.  Los

           resultados  mostraron  que  de  las  diez  muestras  de  aceite,  7  tenían  colza,  6  tenían
           grasas animales, pero había tres que no tenían ni colza, ni eran tampoco iguales entre
           sí: uno era de girasol y oliva, otro de oliva y soja, y otro de girasol. «Entonces yo» —
           comenta Muro— «uno de los axiomas que di, que eran los de Koch, era que todos los

           enfermos  tenían  que  estar  producidos  por  la  misma  causa;  sólo  podría  haber  una
           misma causa para todos los enfermos, siempre que la enfermedad fuera igual. Si los
           aceites  eran  distintos,  la  causa  no  podía  ser  el  aceite.  Pero  entonces  había  que
           investigar más». Recordémoslo bien: el día 9 de junio de 1981, a las cinco semanas y

           media de haber sido detectado el primer caso del síndrome tóxico, el Dr. Muro ya
           llega por razonamiento científico a la deducción de que el aceite de colza no podía ser
           la causa que originó la enfermedad.
               Pero la ciencia va por un lado y el Poder va por otro: TVE anuncia en su espacio.

           Al cierre del día siguiente, 10 de junio, que «la causa que ha producido la neumonía
           atípica, podría encontrarse en un aceite adulterado». Muro va en la máquina del tren
           de  la  investigación,  que  acaba  de  salir  del  túnel  del  aceite  de  la  colza  cuando  el
           furgón de cola, en el que viaja la ciencia oficial, está todavía a punto de entrar en él.

           Lo realmente grave es que los enfermos se han quedado sin ver la luz de la curación,
           porque el furgón de cola ocupado por el Poder se descolgó hace más de seis años y
           medio, y aún no ha salido del túnel.

               Y lo sorprendente de esta notificación de última hora a través de TVE es que en la
           tarde de este mismo día 10 de junio, hubo en el Ministerio de Sanidad una reunión de
           todos los directores de hospitales que llevaban la investigación, reunión en la que se
           estuvo discutiendo una vez más la vía aérea, la vía respiratoria, los mycoplasmas y
           los bichitos. Finalizada la reunión y cuando los participantes en la misma están ya de

           regreso  en  sus  casas  respectivas,  ven  y  oyen  con  asombro  que  por  televisión  se
           notifica  que  el  Ministerio  de  Sanidad  dice  que  relaciona  la  enfermedad  con  el
           consumo de un aceite que se vendía en garrafas. Y quienes habían estado poco antes

           en  la  citada  reunión  discutiendo  acerca  de  los  mycoplasmas  y  de  la  vía  aérea,
           respiratoria, se preguntan: «Bueno, ¿y quien ha dicho que es por vía digestiva y que
           es  un  aceite?».  El  Poder,  una  vez  más,  tomó  su  decisión  sin  consultas  ni
           explicaciones; y, además, cayendo con notable retraso en un error ya superado. La
           decisión  de  anunciar  por  TVE  la  probable  culpabilidad  del  aceite  de  colza,  fue

           tomada  por  el  ministro  Sancho  Rof  tras  recibir  una  notificación  personal  en  tal



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