Page 89 - Pacto de silencio
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que no ha podido aportar nada de cargo o descargo». Pero regresemos a España, algo
más de un año antes de la detención de Cochs en México.
Lo cierto es que el 28 de mayo se habla en círculos oficiales del aceite como
causa de la epidemia. Así lo cuenta el Dr. Guillermo Tena Núñez, director del
instituto Nacional de Toxicología, dependiente del Ministerio de Justicia:
«El día 28 se presentó en el Instituto de Toxicología el doctor Tabuenca, director
en funciones del Hospital del Niño Jesús. Nos preguntó nuestra opinión sobre la
neumonía atípica, que en aquel entonces se llamaba así.
»Nosotros le dijimos al Dr. Tabuenca, como ya habíamos dicho días antes
telefónicamente y por escrito a la Administración, que pensábamos que no se
trataba de una epidemia infecciosa, sino que más bien se podía pensar en una
intoxicación alimentaria. El Dr. Tabuenca se puso muy contento con nuestra
afirmación porque dijo que él pensaba que había una intoxicación alimentaria.
Entonces le preguntamos si él sabía epidemiológicamente qué producto
alimenticio o alimentario habían tomado todos, común a todos los; que ya
estaban padeciendo esta intoxicación. Él nos dijo que sí, que había hecho un
estudio epidemiológico inicial, y nos preguntó si podía ser el aceite. Le
contestamos que sí, que podía ser el aceite, y que si ese elemento lo, habían
tomado todas las personas que estaban intoxicadas, que lógicamente era el
aceite. Él nos dijo entonces si podíamos analizarle aceite.
»Era el 28 de mayo, y nosotros le contestamos que en esos días no podíamos
analizarle el aceite porque estábamos cambiando toda la instalación eléctrica y
que hasta dentro de cinco o seis días no estaba terminado. Habíamos escogido
esa época porque coincidía con un congreso de toxicología en León, y habíamos
aprovechado que estaban fuera la mayor parte de los técnicos para cambiar
toda la instalación (éstos son detalles que no importan) para poner tierra en los
aparatos, etc.»
¿Cómo que son detalles que no importan? Con una epidemia nueva y
desconocida cobrándose decenas de muertos y centenares de enfermos en buena
parte del país, ¿y el Ministerio de justicia se permite cerrar por reformas su
instituto Nacional de Toxicología, que en buena lógica debería de estar
trabajando a ritmo redoblado en busca del origen de la enfermedad? ¿Eso no
importa? ¿Estamos en España o en una isla del océano indico? No es de
extrañar entonces el que, a pesar de que «los químicos de este país no somos
tan malos», como me diría el antiguo subdirector general de Establecimientos y
Asistencia Farmacéutica, para añadir que «hay químicos en este país muy
buenos, que son unos glandes profesionales de la química, porque el país los ha
dado, porque han habido escuelas y ha habido profesores, unos grandes
maestros de la química», tengan que venir sin embargo los ingleses para
afirmar que los ensayos de Barcelona y Majadahonda, por ejemplo, eran
«incompatibles con las buenas prácticas de laboratorio».
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