Page 116 - El judío internacional
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Los judíos en Estados Unidos son tan numerosos entre los miembros de las comunidades
revolucionarias como en Rusia. Aquí como allá están "dispuestos a prestar servicio
inmediatamente".
Dice Bernard Lazare, autor de un folleto sobre el antisemitismo: "El hebreo toma parte por esta
razón en las revoluciones, y toma parte mientras es judío, o mejor dicho, mientras siga siendo
judío". Quiere decir esto que el judío es revolucionario por esencia, y consciente o subconsciente el
judío personifica la sedición.
En ningún otro país seria necesario ocuparse de la negación de ciertos hechos evidentes, como lo
es en Estados Unidos. Hemos vivido aquí, en realidad, con tal temor de pronunciar la palabra
"judío", o lo que se relaciona con la misma, que efectivamente fue posible ocultarnos los hechos
más notorios y públicos, hechos que habríamos comprendido echando una simple mirada a la
literatura judía. Fue un conmovedor espectáculo observar como el publico norteamericano fue a
escuchar las conferencias pronunciadas acerca de la situación en Rusia, y como abandono la sala,
completamente confuso y perplejo, por el hecho de que la suerte de Rusia era tan poco rusa; es
que en nuestro país ningún orador considero políticamente prudente pronunciar la palabra "judío",
dado que los judíos también lograron adueñarse de la tribuna publica.
Más no solo las grandes eminencias literarias hebreas reconocen la predilección de su raza por las
revoluciones en general, y su responsabilidad por la rusa en particular sino que los escritores de
menor cuantía también tienen una comprensión perfecta de ello. El judío, que desde cualquier
puesto coopera en una revolución, esta plenamente convencido que en toda forma sirve a los
intereses de Israel. Acaso sea un mal judío en el sentido religioso de la sinagoga; pero en todo
caso, lo suficiente judío para cooperar siempre con entusiasmo en todo cuanto pueda engrandecer
la gloria de Israel. En el judaísmo la raza predomina completamente sobre.
El diario ruso "¡Hacia Moscou!" expresó en septiembre de 1919: "No debemos olvidar que el pueblo
judío, oprimido durante siglos por reyes y señores, representa genuinamente el proletariado, la
Internacional propiamente dicha, lo que carece de patria".
Dice Cohan en "El Comunista", en abril de 1919: "Sin exageración puede decirse que la gran
revolución social rusa fue consumada solo por manos judías. ¿Hubiesen sido capaces las oprimidas
masas rusas de destruir el yugo de la burguesía? No, fueron precisamente los hebreos los que
guiaron al proletariado ruso hacia la aurora de la Internacional, y no solo le guiaron, sino que
defienden ahora la causa soviética, que esta en sus certeras manos. Podemos descansar tranquilos,
mientras el alto comando del ejercito rojo este en manos del camarada Trotzky. Aunque no haya
judíos en las filas del ejército rojo, guiaron los judíos, sin embargo, en Comités y otras
organizaciones soviéticas a la masa del proletariado ruso hacia la victoria. No en vano logran los
judíos una aplastante mayoría en las elecciones para cargos en las instituciones soviéticas... El
símbolo del judaísmo, que por espacio de siglos lucho contra (¡ !) el capitalismo, se convirtió
también en símbolo del proletariado ruso, como resulta de la aceptación de la estrella roja de cinco
puntas, que como se sabe fue antiguamente el símbolo del sionismo y del judaísmo en general.
"Con este signo triunfaras , por este símbolo sobrevendrá la muerte a la burguesía parásita.. . Las
lagrimas derramadas por el judaísmo, las sudara en gotas de sangre".
Esta confesión, o mejor dicho esta viril protesta, es de suma importancia por su entereza. Los
hebreos, dice Cohan, guían a las masas rusas, que por si mismas no se hubiesen sublevado, y que
saben únicamente que una minoría, como antaño la zarista, ocupa ahora los puestos del gobierno.
No están los hebreos, nos dice Cohan, en el ejercito rojo, o por lo menos donde se lucha, y esto
concuerda perfectamente con los preceptos de los Protocolos sionistas. Consiste el arte estratégico
del plan mundial en saber aniquilar a los no-judíos por otros no-judíos.
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