Page 117 - El judío internacional
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Durante la guerra mundial se mataron mutuamente tantos no-judíos, como judíos pueda haber en
el mundo entero. Para Israel constituyo una gran victoria: sus lágrimas las pagaron los infieles con
su sangre.
"Dirigen los judíos las batallas desde puestos seguros", dice con mucho acierto el señor Cohan. Lo
que extraña, lo que asombra, es su sinceridad.
En lo que respecta a los escrutinios de las elecciones, en los que según Cohan los hebreos salen
siempre elegidos por unanimidad, existen explicaciones detalladas e incontestables. Todos los que
votaron en contra de los candidatos hebreos fueron declarados "enemigos de la revolución", y
ajusticiados. Bastaron pocas ejecuciones para que los escrutinios resultaran unánimemente
favorables a los judíos.
Instructivo resulta cuanto Cohan nos dice sobre la estrella roja de cinco puntas y su significado
como símbolo del proletariado ruso. La estrella de David, es de seis puntas, y se compone de dos
triángulos superpuestos, uno de los cuales descansa sobre su base, y sobre su punta el otro. Sin
dicha base se parece al conocido signo de los franc-masones, compuesto de escuadra y compás. La
estrella de David - dice un visitante hebreo de la moderna Palestina, - la vi muy raras veces sobre
las tumbas de los soldados británicos que conquistaron Palestina; en la mayor parte de los casos se
ve una cruz cristiana de madera. Noticias procedentes de Palestina dicen que estas cruces molestan
a los nuevos amos del país, porque forman contraste precisamente en el camino hacia la nueva
universalidad judía. Tal como en Rusia soviética, también en Palestina fueron muy pocos los
hebreos que derramaron su sangre por la causa sagrada. Se disponía para eso de suficiente
número de no-judíos.
Dado que el judío es de por si maestro en el arte de los signos cabalísticos, no faltara seguramente
intención en el hecho de que la estrella soviética tenga una punta menos que la de David. No
olvidemos que queda aun por cumplir un punto en el plan mundial, a saber, la entronización de
"nuestro soberano". Cuando llegue el autócrata mundial, sobre quien se basa todo el plan, se
añadirá probablemente la sexta punta. Las cinco de la estrella actual, que seguramente
representan sus dominaciones, son: Bolsa, Prensa, Nobleza, Palestina y Proletariado. Es la sexta el
Soberano para Israel.
Se resiste el cerebro a reconocerlo y siquiera a suponerlo; mas Cohan lo afirma, y las revoluciones,
especialmente desde la Francesa a esta parte, confirman que por dicho signo sobrevendrá la
muerte de la burguesía parásita; y que "sudara en sangre las lagrimas del pueblo de Judá". La
"burguesía", según los Protocolos, seta siempre integrada por no-judíos.
La vulgar objeción contra el innegable hecho del carácter hebreo de la revolución rusa, se apoya en
que también los judíos debieron sufrir por aquellos sucesos. "¿Cómo habríamos de favorecer un
movimiento, en el que también nuestros propios correligionarios tenga que sufrir?", alegan los
israelitas. Queda por un lado el innegable hecho de que los hebreos favorecen este movimiento. En
este momento el gobierno israelita ruso recibe dinero de financistas judíos de Europa, y cuando
desde allí lo recibe, lo ha de recibir, sin duda alguna, de los banqueros internacionales de
Norteamérica. Este es uno de los hechos.
Es el segundo que los hebreos en Rusia no sufren ni remotamente en la proporción que los
heraldos israelitas nos lo quieren hacer creer. Según confesión propia, durante el primer avance de
los bolcheviques en Polonia, los hebreos polacos se afilaron de inmediato como amigos de los
conquistadores. Los judíos norteamericanos explican este fenómeno de la siguiente manera: desde
que los bolcheviques se adueñaron del poder en Rusia, mejoro notablemente la situación de
aquellos hebreos, por cuya razón el judío polaco adopto enseguida una actitud amistosa hacia los
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