Page 120 - El judío internacional
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carácter de la masa inmigrante. En primer lugar, casi todos eran hebreos. Los verdaderos
                  ucranianos, rusos o alemanes no podían entrar, pero si los israelitas de aquellas regiones, y
                  también los de todos los demás países. ¿A que se debía esa prerrogativa? En segundo término no
                  llegaban como fugitivos del hambre y de las persecuciones, sino con perfecta naturalidad, como
                  expresamente invitados a un viaje de placer. Del mismo modo que "allá" se había "arreglado" el
                  asunto de los pasaportes, también aquí estaba convenida la entrada. En vez de funcionarios
                  oficiales del Estado, les reciben aquí agentes de organizaciones secretas hebreas, de suerte que
                  adviertan, desde un principio, un firme poder israelita tan amplio y poderosamente organizado
                  como en Rusia. ¿No se lógico que desde el primer instante se crean en su propia tierra? ¿No tienen
                  razón los Estados europeos cuando llaman a Norteamérica el "país de los judíos"? También existe
                  una entidad expresamente fundada con el objeto de burlar los preceptos legales contra la admisión
                  de conocidos revolucionarios hebreos. Los judíos europeos traen consigo el germen de la
                  revolución; son ellos los revolucionarios típicos de Rusia, Alemania, Italia y Polonia. En los Estados
                  Unidos se erigen en seguida en jefes de las organizaciones rojas e internacionales obreras. Al llegar
                  un individuo catalogado como tal a la isla de Ellis, se le detiene, pero de inmediato hay telegramas
                  dirigidos a diputados, diarios y funcionarios municipales y de Estado, en todo el país, a los que se
                  pide en firme tono que intercedan en favor del detenido, y a vuelta de correo, o telegráficamente,
                  son avalados estos individuos ante el gobierno de Washington y garantizado el carácter inmaculado
                  de aquellos, se aboga por su inmediata admisión. A veces interviene en estos manejos, hasta la
                  Delegación económica, llamada Embajada Rusa.

                  Tampoco se omite cubrir esta inmigración en masa con un atavío sentimental, diciendo que los
                  "desdichados" huyen de la opresión y de las persecuciones. Fotografías sacadas en grupo muestran
                  mujeres y niños con caras de desesperación; pero en las fotografías no aparecen, claro esta, las
                  fisonomías de los jóvenes revolucionarios hebreos, que vienen aquí fanáticamente dispuestos a
                  saquear Norteamérica, como lo hicieron con Rusia.

                  Tiene sus precedentes este proceder. En Gran Bretaña, ya en el año 1902 dio lugar a detalladas
                  investigaciones, que se efectuaron por la "Real Comisión Británica de Inmigración". El conocido jefe
                  sionista doctor Herzl hizo ante esta, importantes revelaciones, demostrando que para el hebreo no
                  existen las barreras que no logre franquear o eludir. Hablando sobre las limitaciones ya existentes
                  en aquel entonces para la inmigración en Estados Unidos (entre otras la prueba de poseer cierta
                  cantidad mínima en metálico), decía: "Es en extremo fácil eludir tales preceptos. Basta fundar una
                  pequeña sociedad, que facilite a cada inmigrante la suma necesaria. La presenta este a las
                  autoridades de inmigración, consigue el permiso de entrada, y después la devuelve a la sociedad".
                  Y añadió con ironía: "Hay un proverbio francés que dice: este animal es malísimo, porque cuando lo
                  atacan, se defiende. Pues bien, cuando se ataque a los hebreos, estos se defenderán; probable es
                  que en caso necesario, se promuevan desordenes interiores". Que Herzl no andaba errado acerca
                  del valor y carácter de sus correligionarios, lo demuestran sus palabras proferidas en otra ocasión:
                  "...será en Norteamérica donde (los judíos) al llegar a cierto numero, representen para el país una
                  fuente de inquietudes".

                  Antes del año 1880, la anotación "nacido en Rusia", significaba que el inmigrante era ruso; pero a
                  partir de entonces solo vale el juicio emitido por un funcionario, que expreso: "Desde Rusia
                  emigran tantos judíos a Norteamérica, que la advertencia "nacido en Rusia" equivale hoy a "hebreo
                  ruso". Según indicaciones de ese mismo funcionario, inmigraron desde Rusia en el espacio de diez
                  años 666.561 judíos, además de los polacos, finlandeses, alemanes y lituanos. Una estadística, que
                  incluyera este conglomerado bajo el concepto de "rusos", seria totalmente errónea y sin valor,
                  porque llevaría a falsas conclusiones de apreciación de la raza. En consecuencia, el Negociado de
                  Estadística pidió al Congreso autorización para indicar la procedencia de los inmigrantes, tanto de
                  acuerdo con su raza, como por su país de origen. Se discutió en 1909 en una de las comisiones del
                  Senado; los senadores La Follete y Lodge reconocieron la justicia y urgencia de clasificar a los
                  inmigrantes desde el punto de vista de la raza, pero Guggenheim y Simón Wolf (personaje este







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