Page 123 - El judío internacional
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Estos hechos no admiten duda respecto a la duplicidad de los jefes políticos hebreos, que en vez de
admitir llanamente el problema judío, tenazmente se aferran a los medios de engañar
sistemáticamente al mundo no-judío.
Podrían aducir los judíos reformistas, que la mayoría de los autores citados pertenecen al sionismo.
Es posible y hasta resulta verosímil, que existan dos programas diferentes en el judaísmo; uno
destinado a los judíos, y otro a los no-judíos. Para saber cual de ellos es el verdadero, tendría que
comprobarse cual es que se realiza, y este es el sionista. Fue primero reconocido por los aliados,
después por la Conferencia de Paz, y hoy por la Sociedad de las Naciones. No hubiera esto
ocurrido, si los gobiernos no estuvieran persuadidos de obedecer así mejor y lo más exactamente
las órdenes de los verdaderos jefes de Israel. Y son estos los que propugnan la originalidad de los
hebreos como raza y nación.
La idea de que los judíos integren una nación perteneciente al pasado, sino del porvenir. No solo se
consideran una nación como las demás, sino que llegan a suponerse una Supernación. A base de
irrevocables testimonios judíos se puede avanzar otro paso sosteniendo que la forma futura de la
nación hebrea será de la de un reino.
Comprueba históricamente Israel Friedlander la separación de raza y nacionalidad de los hebreos
desde los tiempos más remotos, para lo cual menciona dos ejemplos de la Historia.
Cita primero a los samaritanos, que "según su raza fueron semijudíos que pretendieron ser hebreos
puros por medios de la religión"; mas fueron rechazados por los judíos, "que decidieron conservar
la pureza de su raza". Es el segundo ejemplo citado, según el libro de Esra, la exigencia del árbol
genealógico, y de la anulación de los matrimonios mixtos. Dice Friedlander, que en los tiempos
posbíblicos "esta separación de la raza hebrea acentuóse en mucho mayor grado". La conversión al
judaísmo "nunca fue, como acaeció en otras comunidades religiosas, solo cuestión de fe. Muy raras
veces se hicieron prosélitos. Cuando, en último caso, fueron admitidos, siempre fue bajo la
condición expresa de que abandonaban con ello el derecho a ser judíos de raza.
"Para la moderna investigación baste decir que los hebreos siempre se sintieron una raza particular,
estrictamente distinta del resto de la humanidad. Quien de entre ellos niegue la originalidad de la
raza hebrea en su pasado, ignora los hechos de la Historia judía, o intencionadamente la supone
falsa".
Al futuro poderío político hebreo refirióse Moisés Hess al decir -¡en 1862!- en Roma y Jerusalén:
"Ninguna nación debería permanecer indiferente ante el hecho de que en las futuras luchas
europeas no puede el judaísmo tener nación alguna por amiga o enemiga".
Si Manuel Montagu, hebreo inglés, gobernador de la Palestina, utiliza a menudo el concepto de
"restauración del reino judío".
Ajad Ha-Am, que propugno siempre la idea nacional judía, tal como de antiguo existió, y cuya
influencia no es posible menospreciar, aunque su nombre sea escasamente conocido entre los no-
judíos, mantiene su ahínco la extravagante posición de ver en los hebreos la "supernación".
Reproduce fielmente León Simón la opinión del gran maestro: "En tanto que al modo de pensar
hebreo le es perfectamente familiar la idea del superhombre, no lo es, en cambio, su aplicación
general al individuo en particular, sino mas bien a la nacional, o sea al pueblo de Israel como
supernación, como pueblo predilecto".
Dice Moisés Hess: "En las naciones fronterizas entre Oriente y Occidente, en Rusia, Polonia, Prusia
y Austria viven millones de nuestros hermanos que ansían fervorosamente la restauración del reino
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