Page 127 - El judío internacional
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a esto la triste experiencia que haya hecho el público anteriormente con bancos hebreos. Varias
famosas quiebras le hicieron desconfiar de tales instituciones. No se ha olvidado aun la bancarrota
de J. G. Robian (a) Rabinovich, nativo de Odesa (Rusia), que fundo aquí en breve espacio cuatro
bancos de ahorro que quebraron. Esta bancarrota llamo poderosamente la atención, causando la
ruina de infinidad de personas. El caso Rabinovich evidencio la particular habilidad y tenacidad del
hebreo ruso en basar grandes empresas sobre puro engaño, así como su poca conciencia al
fracasar. La carrera de este banquero termino en la celda de un presidio.
No es, pues, extraño que el publico experimente cierta confianza al advertir que los hombres a
quienes se confía la difícil tarea de invertir y administrar convenientemente los fondos financieros
del pueblo yanqui, se hayan rodeado de una firme y sólida muralla formada por elementos no-
judíos.
Seria un capitulo muy interesante de la historia de la economía nacional yanqui el relato de los
tenaces intentos de los hebreos para predominar en la Bolsa. Aunque parezca muy lento aun el
avance hacia esa finalidad, existe sin embargo, indicios que hacen suponer que la conocida
tenacidad imperturbable hebrea vencerá al fin y al cabo, en el supuesto de que la especulación
bolsista siga también sin norte con el estimulo de lograr riquezas.
En el caso de que los hebreos lograran influencia decisiva sobre la Bolsa, conseguirán también con
ello el poder necesario para arrebatar el negocio bancario del ahorro publico de manos de los no-
judíos. Tal como en el mundo bancario de Wall Street, también en la Bolsa de fondos existe,
merced a una ley no escrita, una resistencia pasiva e intensa contra el predominio del elemento
hebreo.
Sobre una base insignificante se fundo la Bolsa de Nueva York el año 1817, casi en la misma forma
en que existe aun hoy. Representa una sociedad privada, una especie de círculo de comisionistas,
sin que posea las prerrogativas de una corporación publica. Queda limitado a 1.100 el número de
sus miembros. Quien no pertenezca a ella, solo puede obtener un puesto por dos vías: por el
albacea de un miembro fallecido, o por compra de la parte de un miembro, que se retire, o que
haya quebrado. Ese puesto cuesta hoy día 100.000 dólares. Se compone la Junta administrativa de
cuarenta miembros, y durante largos años no perteneció a ella ningún hebreo.
Los obstáculos que impiden una invasión en masa de los hebreos, consisten: 1º, en una mutua y
callada concordancia de resistencia pasiva de los miembros no-judíos, que data desde la fundación
de la bolsa; 2º, limitaciones de cierta índole, que se estipulan en el Estatuto, con referencia a la
admisión de nuevos miembros.
Más una de las cualidades distintivas de la raza hebrea estriba en su tenacidad. Lo que no haya
conseguido esta generación lo lograra acaso en la siguiente. Hoy vencida, no quiere decir que
también lo sea mañana. Sus vencedores mueren; mas el judaísmo prosigue impávido su camino.
No olvida ni perdona nunca jamás, se desviara de su único camino hacia la dominación mundial, en
la forma que sea. Aunque parezca imposible bajo las condiciones actuales que el número de los
miembros hebreos de la bolsa aumente, la verdad es que aumenta, lenta, pero seguramente, así
como también el precio de los puestos. Son, sin embargo, postulantes judíos los que ofrecen
abonar las cuotas mas elevadas. Puede acaecer que determinado miembro deba dimitir por
quiebra. El síndico de los acreedores deberá lógicamente realizar también lo mas ventajosamente
posible el puesto del deudor. También aquí será siempre el hebreo quien puje más alto. Queda otro
medio, aunque sea de índole menos limpia, y consiste en adoptar un apellido distinto en el bautizo.
Juega el apodo un rol muy importante en la política de tapujos. En avisos, frente a las vidrieras, al
pie de artículos periodísticos, etc., sirven admirablemente apellidos tales como Smith, Adams,
Robin, para cortar desconfianzas. Nuestros escenarios están plagados de actores y actrices
hebreos; pero los apellidos que ostentan son netamente anglosajones, y hasta aristocráticos.
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