Page 124 - El judío internacional
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judío, rezando por el apasionadamente en sus preces diarias".
En conocimiento de todos estos juicios de los mas opuestos autores, emitidos en muy diversas
épocas, no puede caber la mínima duda sobre y como piensan de si mismos. El hebreo siéntese
súbdito de un pueblo, con el cual se sabe unido por lazos de sangre, que no pueden romperse por
cambio alguno de dogma religioso; siéntese heredero del pasado de su pueblo y se sabe un
combatiente para el glorioso porvenir político del mismo. El hebreo pertenece a una raza y a una
nación, para las que ansia un reino terrenal, que domine por encima de todas la demás naciones, y
tenga a Jerusalén por capital del mundo.
El punto flaco para los pueblos civilizados es el reproche de los prejuicios religiosos judíos. En nítida
exposición de este hecho psicológico, anteponen los jefes hebreos siempre marcadamente este
punto al dirigirse a las naciones no-judías. Servirá entonces a los espíritus ignorantes saber que los
jefes mismos del hebraísmo confiesan francamente que las preocupaciones de los judíos no tiene
jamás su origen en su religión, y que si se les persigue no es debido a su religión. El intento de
cubrir a los hebreos con el escudo de su religión, resulta ante estas pruebas y ante sus propias
confesiones un acto de mala fe.
Pero aun cuando careciéramos de estos testimonios documentales de origen judío, nos restaría una
prueba irrefutable a favor de la mancomunidad nacional y de raza de los judíos, que es la infalible
responsabilidad mutua de todos por cada uno y que se evidencia en todas las ocasiones...Critiquese
a fondo a los capitalistas hebreos, y protestaran hasta los hebreos de las clases mas pobres.
Menciónese a Rothschild, y hasta el judío revolucionario del ghetto considerara la crítica una ofensa
personal, protestando vivamente contra ella. Dígase que un funcionario público judío abusa de sus
facultades en beneficio de sus "compatriotas" y en perjuicio de la oposición acudirán en su defensa.
Quizás la mayor parte de ellos perdieron ya la relación con los preceptos dogmáticos y del culto de
su religión, más con su coherencia nacional y su identidad racial, demuestran prácticamente cual es
su religión verdadera.
III
JUDIOS CONTRA NO-JUDIOS EN LA ALTA FINANZA DE NUEVA YORK
En los Estados Unidos el problema judío es puramente de carácter ciudadano y no agrario. Es
característica de los hebreos no concurrir allí donde haya tierras libres, o donde se produzcan
materias primas, sino siempre donde convivan más estrechamente las masas populares. Adquiere
este hecho especial importancia ante el eterno clamoreo judío, de que sean proscritos en todas
partes. Ello, no obstante se encuentran siempre y especialmente en aquellos lugares donde
resultan menos bien recibidos. La explicación más común de ello es que concuerda con su carácter
de vivir de y sobre otras personas, no de la tierra, no de la transformación de la materia prima en
cosas útiles para la existencia humana, sino de su vecindario inmediato. Que otros laboren la tierra:
el hebreo, donde pueda, vivirá del labriego. Que otros trajinen en industrias y oficios: el hebreo
preferirá adueñarse de los frutos de su actividad. Esta inclinación parasitaria debe, entonces,
formar parte de su esencia.
En ninguna población norteamericana puede estudiarse con mayor éxito el problema hebreo, como
en Nueva York. Viven aquí más judíos que en toda Palestina. El registro civil de la autoridad local
hebrea ("Kahal") calcula el número de judíos allí residentes en más o menos 1.528.000 almas para
1917-1918. La comunidad hebrea que le sigue en importancia, o sea la de Varsovia, cuanto solo
con 300 a 330.000 almas, o sea una quinta parte de la neoyorquina. Calculando el número total de
hebreos del mundo en unos 15.000.000, resulta que una décima parte de la población israelita
universal reside en Nueva York.
Ejerce este grupo de población hebrea en Nueva York un poderío mucho mayor que el que ejerció
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