Page 111 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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THEODOR HERZL
                                                    20 de diciembre de 1896.
               Siento cansancio. Creo, con más frecuencia que nunca, que mi
            Movimiento llegó a su fin. Estoy enteramente convencido de que mi
            idea es realizable, pero no puedo vencer las dificultades del comien-
            zo. Un solo millón de gulden será suficiente para dar al Movimien-
            to un gran impulso, y por falta de esta bagatela (en comparación
            con la grandeza de la causa), no podemos hacer nada aunque ha so-
            nado la hora.

                                                         6 de enero de 1897.
               Entramos, pues, en el año 97, uno de los años más críticos para
            mi amigo Hechler. Estoy un poco retrasado en mis anotaciones. Hay
            hechos interesantes que merecen ser anotados, pero siento hasta
            qué punto el letargo general del Movimiento pesa sobre mi espíritu.
            Escribo, por otra parte, un gran número de cartas, porque responde
            a todo el mundo y mi débil deseo de escribir flaquea aun más a cau-
            sa de esta correspondencia.


                                                        18 de enero de 1897.
               El “Estado Judío”, ha aparecido en el número del 1° de enero de
            1897 de la Nouvelle Revue Internationale. Después de un año que
            este escrito no pudo hallar editor en Francia, parece ahora que su
            edición ha causado sensación. Tres amigos me enviaron de París, La
            Libre Parole del 16 de enero, con un artículo de fondo, lleno de elo-
            gios, de Drumond, que promete escribir otros.


                                                      20 de febrero de 1897.
               Ayer me visitó el Dr. D’Arbela de Jerusalem, director de los hos-
            pitales de Rotschild. Es un hombre interesante que tiene el aire de un
            coronel de caballería, grande, nariz prominente y mentón enérgico.
            Me contó cosas curiosas sobre Palestina, que parece ser un país ma-
            ravilloso, y sobre nuestros judíos de Asia. Atiende, en su consultorio
            médico, a judíos de Kurdistán, Persia e India. Son descendientes de
            esclavos que adoptaron la fe de sus amos judíos. En Palestina se ve
            también el tipo guerrero del judío de las montañas y de las estepas.
            Las relaciones de los colonos y obreros judíos con los árabes y los
            kurdos son buenas. Los árabes prefieren el arbitraje judío al juicio de


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