Page 113 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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THEODOR HERZL
               Esta leyenda, agregó Bacher, demuestra con qué fuerza se conser-
            vó la conciencia nacional entre los judíos, en todos los tiempos y to-
            do lugar. Ella está en la subconciencia, pero su luz brota y brilla en la
            superficie. También en él. Me contó esta historia porque había des-
            cubierto, en sí mismo, un fuerte deseo de ver Palestina.

                                                       26 de marzo de 1897.
            Recibí una carta encantadora de Alfonso Daudet. Recuerda nuestras
            entrevistas. En caso de vivir cuando se cree el Estado Judío, quisiera
            visitarnos para dictar conferencias.

                                                          4 de abril de 1897.
                               (Fragmento de una carta al coronel Goldsmid)
               El Congreso de Munich es cosa resuelta, a la que no renunciaré.
            Es también una necesidad. Esperé demasiado tiempo. En agosto se
            cumplirán dos años desde que di mis primeros pasos prácticos en
            la cuestión judía. Quise llevar a cabo la obra sin agitar a las masas,
            de arriba para abajo, con hombres que se han distinguido, hasta el
            presente, por su sionismo. No me comprendieron ni me apoyarán.
            Me vi obligado a continuar solo. En el Congreso de Munich me di-
            rigiré a las masas incitándolas a la autoayuda, porque no se les quie-
            re ayudar.
               Me parece que Ud. está muy equivocado al pensar que no pode-
            mos esperar nada de las masas. La contribución individual no debe-
            rá ser más que mínima, y el total será enorme. Esto será la conse-
            cuencia de una propaganda mundial, que tendrá su punto de partida
            en el Congreso de Munich. En Munich se reunirá nuevamente, des-
            pués de un largo intervalo, una Asamblea Nacional Judía. ¿Acaso no
            es una cosa grandiosa cuyo pensamiento debiera emocionar todo co-
            razón judío? ¡Este año aun en tierra extraña, leshaná habaá, tal vez
            en la antigua patria!

                                                        13 de mayo de 1897.
               Ayer comuniqué mi decisión al profesor Kellner y al Doctor Ko-
            kesch. Se quedaron sorprendidos. Kellner dijo: “¡Ud. maravilla por el
            ritmo de su marcha, un verdadero Moltke!”. Durante la noche, hallé
            un nombre para el periódico: “Die Welt” (El Mundo), con un Maguén


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