Page 43 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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EL ESTADO JUDÍO
            Por ello somos y seguimos siendo, querámoslo o no, un grupo
         histórico de coherencia visible.
            Somos un pueblo; el enemigo hace que lo seamos, a pesar nues-
         tro, como ha sucedido siempre en la historia. Oprimidos, nos unimos
         y entonces descubrimos, repentinamente, nuestra fuerza. Sí, tene-
         mos la fuerza para crear un Estado, e indudablemente, un Estado
         modelo. Tenemos todos los medios humanos y materiales necesarios
         para ello.
            Sería éste, ciertamente, el lugar para hablar del “material huma-
         no” según reza la expresión, un tanto grosera. Pero antes tienen que
         ser conocidos los rasgos fundamentales del plan al que se ha de re-
         ferir todo.



         El plan

            El plan es, en su forma primera, extremadamente sencillo y debe
         serlo si se quiere que todos lo comprendan.
            Que se nos dé la soberanía sobre un pedazo de la superficie te-
         rrestre que satisfaga nuestras justas necesidades como pueblo; a to-
         do lo demás ya proveeremos nosotros mismos.
            El nacimiento de una nueva soberanía no es ridículo ni imposible.
         Lo hemos podido apreciar, en nuestros días, en pueblos que no son,
         como nosotros, pueblos burgueses, sino más pobres, incultos y, por
         ende, más débiles. Es del interés de los gobiernos de países en cuyo
         seno anida el antisemitismo, concedernos la soberanía.
            Para esta tarea, sencilla en principio, pero complicada en la rea-
         lización, se han de crear dos grandes órganos: la Society of Jews y
         la Jewish Company.
            Lo que la Society of Jews ha preparado científica y políticamen-
         te, lo realiza la Jewish Company.
            La Jewish Company atiende a la liquidación de todos los intere-
         ses de los judíos emigrantes y organiza, en el nuevo país, las relacio-
         nes económicas.
            Como ya se ha dicho, no hay que imaginar la emigración de los
         judíos en forma repentina. Será gradual y durará varios decenios. En
         primer lugar, irán los pobres y harán cultivable la tierra; construirán


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