Page 41 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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EL ESTADO JUDÍO
         confundir el actual antisemitismo con el odio religioso dispensado a
         los judíos en otros tiempos, aunque éste tenga, aún hoy, en ciertos
         países, un tinto de confesionario. El rasgo saliente del movimiento en
         contra los judíos es hoy muy distinto. En los países donde prima el
         antisemitismo, éste es consecuencia de la emancipación de los ju-
         díos. Cuando los pueblos cultos notaron la inhumanidad de las leyes
         de excepción y nos dejaron en libertad, la liberación vino demasiado
         tarde. No era posible emanciparnos legalmente en los lugares en que
         morábamos. En el gueto nos habíamos vuelto, de manera notable,
         un pueblo de burgueses y aparecíamos en competencia terrible con
         la burguesía.
            Quedamos súbitamente, después de la emancipación, en el círcu-
         lo de la burguesía y allí teníamos que soportar una doble presión, por
         dentro y por fuera. La burguesía cristiana, ciertamente, no tendría
         reparos en inmolarnos en aras del socialismo; claro que esto no re-
         mediará la situación.
            Sin embargo ya no se puede anular la igualdad de los judíos ante
         la ley, donde ésta existe. No solamente porque ello sería contrario a
         la conciencia moderna, sino también porque empujaría a todos los
         judíos, pobres y ricos, hacia los partidos subversivos. No se puede,
         en verdad, hacer nada positivo contra nosotros. Antes, se les quita-
         ba a los judíos sus joyas. ¿Quieren apoderarse, hoy, de los bienes
         muebles? Estos consisten en papeles impresos encerrados en alguna
         parte del mundo, quizás en las cajas fuertes de cristianos. Se puede,
         ciertamente, gravar con impuestos las acciones y obligaciones de fe-
         rrocarriles, bancos, empresas industriales de toda clase, con impues-
         tos progresivos sobre la renta o es posible apoderarse del conjunto
         de los bienes muebles. Pero todas estas tentativas no pueden ser di-
         rigidas exclusivamente contra los judíos ya que al intentarlo, surgen,
         enseguida, graves crisis económicas, cuyas consecuencias no se limi-
         tan a los judíos, aunque siempre son los primeros perjudicados. De-
         bido a esta imposibilidad de vencer a los judíos, se fortifica y se pro-
         fundiza el odio. En las poblaciones aumenta el antisemitismo de día
         en día, de hora en hora y tiene que seguir aumentando porque las
         causas siguen existiendo y no puede ser suprimidas. La causa remo-
         ta es la pérdida, sufrida en la Edad Media, de nuestra capacidad de
         asimilación; la causa próxima es la superproducción de intelectuales


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