Page 37 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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II. Parte general
El problema judío
Nadie negará la miseria en que viven los judíos. En todos los paí-
ses donde viven en número apreciable son perseguidos, en mayor o
menor escala. Aunque la igualdad de derechos existe legalmente, de
hecho está abolida en casi todas partes. Ya no pueden alcanzar, si-
quiera, los cargos de mediana importancia en el ejército, en profe-
siones públicas o privadas. Se trata de arrojarlos del mundo de los
negocios: “¡No les compréis a los judíos!”.
Los ataques en parlamentos, reuniones, prensa, púlpitos, en
la calle, en los viajes –exclusión de ciertos hoteles y hasta luga-
res de diversión- aumentan de día en día. La persecución tiene
distinto carácter, según los países y los círculos sociales. En Ru-
sia, las aldeas judías son saqueadas; en Rumania, matan a hom-
bres aislados; en Alemania, se los apalea ocasionalmente; en
Austria, los antisemitas aterrorizan los sectores de la vida públi-
ca; en Argelia, surgen predicadores de la expulsión; en París, la
llamada buena sociedad se encierra en sí misma y los círculos
quedan cerrados a los judíos. Los matices son innumerables. No
se pretende hacer aquí la dolorosa enumeración de todas las pe-
nas judías. No queremos detenernos en los detalles, por más
aflictivos que sean.
No es mi propósito mover a compasión. Todo esto es vano, inú-
til e indigno. Me limito a preguntar a los judíos: ¿no es cierto que en
los países donde habitamos en número apreciable la situación de los
abogados, médicos, técnicos, maestros y empleados judíos de toda
clase se hace cada vez más insoportable? ¿No es cierto que toda la
clase media se halla terriblemente amenazada? ¿No es cierto que
contra los ricos, de entre nosotros, son excitadas todas las pasiones
del populacho? ¿No es cierto que nuestros pobres sufren mucho más
que todos los demás proletarios?
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