Page 40 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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THEODOR HERZL
            ¿Con una ballesta, cuando los demás disponen de armas de peque-
            ño calibre y cañones de Krup? Los judíos, a los que se quiere trans-
            formar en agricultores tienen perfecta razón si, bajo tales circunstan-
            cias, no se mueven del lugar. La ballesta es un arma hermosa y me
            provoca un estado de ánimo elegíaco cuando tengo tiempo. Pero
            pertenece al museo.
               Naturalmente, hay regiones donde los judíos desesperados van o
            quieren ir al campo. Y aquí se demuestra que estas regiones, como
            el fundo de Hessen en Alemania, y algunas provincias de Rusia, son
            precisamente semilleros de antisemitismo.
               Es que los reformadores del mundo que envían a los judíos a arar
            la tierra, se olvidan de alguien muy importante y que tiene mucho
            que decir en el asunto; el agricultor. También el agricultor tiene ra-
            zón. Las contribuciones, los peligros que amenazan a la cosecha, la
            presión de los propietarios, el trabajo más barato y, especialmente,
            la competencia americana les amargan bastante la vida. Por añadi-
            dura, los impuestos sobre la importación de cereales no pueden cre-
            cer infinitamente. No se puede, sin embargo, dejar morir de hambre
            al trabajador de la fábrica; hasta se debe prestarle cada vez más aten-
            ción, porque su influencia política se halla en alza.
               Todas estas dificultades son bien conocidas, por eso las men-
            ciono solamente de paso. Quería hacer notar, tan sólo, cuán sin
            valor ha sido lo que se ha hecho, hasta ahora, para resolver el
            problema a conciencia y en la mayoría de los casos con propósi-
            tos muy loables.
               Ni la desviación, ni la degradación artificial del nivel espiritual de
            nuestro proletariado pueden remediarlo. Ya hemos examinado el
            mágico remedio de la asimilación.
               Así no se puede suprimir el antisemitismo. No se lo puede su-
            primir mientras sus causas no lo hayan sido. Pero, ¿se las pueden
            suprimir?



            Causas del antisemitismo

               No hablamos ahora de causas sentimentales, viejos prejuicios y li-
            mitaciones, sino de las causas políticas y económicas. No hay que


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