Page 44 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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THEODOR HERZL
carreteras, puentes, ferrocarriles, erigirán telégrafos, regularán el
curso de los ríos y se construirán, ellos mismos, sus viviendas de
acuerdo con un plan preestablecido. Su trabajo hará surgir el comer-
cio; el comercio los mercados; los mercados atraerán a nuevos colo-
nos, puesto que todos vendrán espontáneamente, por propia cuen-
ta y riesgo. El trabajo que invertimos en la tierra hará subir su valor.
Los judíos advertirán, rápidamente, que se ha abierto ante ellos un
nuevo y duradero campo, donde podrán desplegar su espíritu em-
prendedor que, hasta entonces, había sido odiado y despreciado.
Si hoy se quiere construir una nación, no hay que hacerlo de la
manera que fuera posible hace mil años. Es una insensatez volver a
viejos grados de cultura, como quisieran muchos sionistas. Por ejem-
plo, si nos resolviéramos a aniquilar las fieras de un país, no lo ha-
ríamos a la manera de los europeos del siglo V. No nos pondríamos
en campaña en forma aislada contra los osos, armados de jabalinas
y lanzas, sino que organizaríamos una grande y alegre cacería, aco-
saríamos a las bestias hasta tenerlas reunidas y recién entonces arro-
jaríamos una bomba de melinita.
Si queremos edificar, no plantaremos desoladas habitaciones la-
custres, sino que lo haremos en lugares donde se estila hacerlo hoy.
Edificaremos con mayor audacia y magnificencia de lo que se ha he-
cho hasta ahora. Puesto que disponemos de medios que no han exis-
tido antaño.
A nuestras capas sociales del más bajo nivel económico seguirán
gradualmente, las inmediatas superiores. Los que actualmente se ha-
llan sumidos en la desesperación marchan a la cabeza. Los conduci-
rán nuestros intelectuales medios, perseguidos en todas partes y que
producimos con exceso.
El problema de la migración de los judíos será sometido, por me-
dio de este escrito, a una discusión general. Pero esto no quiere de-
cir que será por votación. De hacerlo así, el asunto estará perdido de
antemano. El que no quiera plegarse al movimiento, puede quedar-
se. La oposición de individuos aislados nos es indiferente.
El que quiera acompañarnos, que se ponga tras nuestra bandera
y luche por ella con la palabra, la pluma y la acción.
Los judíos que aceptan nuestra idea de un Estado se agrupan en
torno a la Society of Jews. Esta obtiene, así, la autoridad de hablar
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