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CHEMA GONZÁLEZ ÁLVAREZ
Cómo hacer que las matemáticas no sean difíciles
Me llamo José María González Álvarez y nací en Oviedo un día de diciembre de hace 64 años. Fue en esta
misma ciudad donde me crie y viví hasta que mi profesión me trajo a Cangas del Narcea. Después de aprobar
las oposiciones a profesor de E.G.B. el verano anterior, empecé a trabajar en la enseñanza pública en el C. P.
Baudilio Arce de Oviedo el 24 de enero de 1984 para cubrir una sustitución de quince días. Continué mi
deambular durante lo que quedaba de curso por otros cinco centros más, siempre haciendo sustituciones, lo
que me llevó desde Oviedo hasta Gijón, pasando previamente por Fastias (Tineo) y Avilés. A partir del 1 de
septiembre de 1984, y ya como funcionario de carrera, fui destinado a Gijón por un periodo de 15 días, para
pasar después a ocupar una vacante durante el resto del curso en el C. P. de S. Pedro de los Arcos de Oviedo.
Fue en septiembre de 1985 cuando, acompañado de mi familia, llegué a esta tierra canguesa, lugar donde
aún continúo y a buen seguro que seguiré viviendo después de mi jubilación. Mi primer destino fue la
escuela rural de Villarmental, donde ejercí la docencia durante cuatro cursos. Recuerdo aquellos años con
mucho cariño, viviendo en la propia casa-escuela y siendo ya desde el primer momento muy bien acogidos
por todos, lo que hacía sentirnos siempre como unos vecinos más. El trabajo no era sencillo, puesto que al
gran número de alumnos (durante todos los cursos por encima de 25), entre los que se encontraban mi hijo y
mi hija, había que añadir siete niveles diferentes, desde preescolar de 4 años hasta 5º de E.G.B. A pesar de
todo, mucha ilusión y voluntad y un gran amor por la profesión eran armas más que suficientes para vencer
todas las dificultades y sentirse feliz.
En el curso 1989-90 fui destinado al Centro de Apoyo y Recursos de Cangas del Narcea, por lo que bajé a vivir
a la villa. Teníamos la misión de apoyar con material y hacer labores de coordinación entre el profesorado
de la escuela rural. Sirva como dato el hecho de que durante ese curso había abiertas en todo el concejo 47
escuelas rurales, que hacían un total de 56 aulas.
Un año apartado de la docencia directa fue bastante para darme cuenta de que la enseñanza y contacto
directo con el alumnado era lo que realmente me iba, por lo que en el curso siguiente solicité ir destinado al
C.P. de Vega de Rengos, donde di clases de Matemáticas y Ciencias de la Naturaleza a los alumnos de 6º, 7º y
8º de E.G.B.
En septiembre de 1991 obtuve mi primer destino definitivo en la escuela rural de Piñera. Aquí se volvieron a
repetir de alguna manera las mismas condiciones profesionales de Villarmental, con la salvedad de que el
número de alumnos era bastante inferior (siempre entre 13 y 15). A partir de 1993 este centro quedó
integrado en el C.R.A. Valle del Naviego, recayendo sobre mí la responsabilidad de ejercer el cargo de Jefe de
Estudios.
El concurso de traslados me trajo en 1997 al entonces I.E.S. Cueto de Arbas para ocupar una plaza vacante
de maestro en la especialidad de Matemáticas para los cursos de 1º y 2º de la E.S.O. ; no obstante, durante
los tres primeros años también me tocó dar clase de Ciencias Naturales a algunos grupos de 1º. En el año
2001 y a causa de la fusión de los dos centros de secundaria que entonces había en Cangas, pasé a formar
parte de la plantilla del I.E.S. de Cangas del Narcea, destino que sigo manteniendo en la actualidad. Una vez
conseguida, después de mucho esfuerzo, la correspondiente habilitación en 2012, me fue ofrecido por parte
de la dirección del centro el hacerme cargo de las Matemáticas Bilingües de 1º para el curso 2013-14, labor
que acepté gustosamente y que continuaré desarrollando hasta mi último día de trabajo.
Pienso que mi vida laboral puede distribuirse en dos etapas bien diferenciadas: una primera, vinculada casi
plenamente a la escuela y mundo rural, donde realmente me forjé como maestro, y otra segunda, la
vinculada al instituto de Cangas, donde procuré poner en práctica lo aprendido con anterioridad, intentando
conseguir siempre un acercamiento al alumnado, que no rompiera el mínimo respeto mutuo requerido, y
procurando a la vez poner un poco más fácil y asequible a todos una materia, las Matemáticas, tantas y
tantas veces convertida en el gran “coco” de todo plan de estudios. Ser recordado por una mayoría de los
que fueron mis alumnos como el profesor que consiguió hacer que las Matemáticas no sean tan difíciles es
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algo que me llena de orgullo, sintiendo a la vez la gran satisfacción del deber cumplido.