Page 34 - La Cocina del Diablo
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"Los esteres del ácido tiofosfórico -y entre ellos, nuestro querido E 605- pueden permanecer activos
         en los cereales hasta las cuatro semanas. Ellos ya han provocado intoxicaciones: pérdida de la conciencia,
         calambres, ceguera repentina y muerte".
                Alfred meneó la cabeza.
         -      ¡Ud.  cita  casos  extremadamente  raros.  Se  puede  también,  si  se  quiere,  afirmar  que  respirar  es
         peligroso, así como estar sentados o acostados. . . . porque hay gente que así ha muerto!
                "La  producción  de  cereales  ha  aumentado  en  enormes  proporciones.  Es  comprensible  que
         sobrevengan, de tiempo en tiempo, épocas de crisis en que las posibilidades de venta de los alimentos son
         insuficientes. Es entonces necesario almacenar los cereales y evitar que se deterioren. Esta necesidad salta a
         la vista. ¡Contra ella no hay ningún argumento!".
         -      ¡Exacto! Contra el Diablo no hay argumentos. Ud. tiene razón, hizo observar Belcebú.
                Azo siguió.
         -      En los silos, bodegas de naves, almacenes, molinos, fábricas de productos alimenticios, se tiene la
         costumbre de rociar los cereales, leguminosas, papas, frutas, vegetales y carne con ácido cianhídrico, vapores
         de azufre, gases nítricos, sulfuro de carbono, fósforo de hidrógeno y bromuro de metilo. Este último es un
         notable pequeño veneno, que penetra en las mercaderías acumuladas y que ha llevado a más de un hombre a
         asarse en mi caldera.
                "¡Para rociar los stocks de cereales, aconsejamos el Cyclon B. una sustancia admirable! Llena todos
         los intersticios, atraviesa aún las máquinas y penetran, naturalmente en la materia orgánica. Contiene además
         del cianuro de hidrógeno, clorpicrina, ese gas asfixiante muy conocido en la primera Guerra mundial, y deja
         detrás suyo huellas de álcali cianurado. La clorpicrina disminuye el poder germinativo de los cereales, altera
         el sistema de enzimas. Para el mismo fin se utiliza también el Areginal, otro gas de combate, que inhibe la
         actividad de los fermentos".
                El Diablo expresó una aprobación sin reservas:
         -      ¡He aquí un progreso realmente grandioso! Que se pueda tratar la alimentación de los seres humanos
         con tales armas......
                “En  1950,  en  Inglaterra,  hubo  numerosos  casos  de  intoxicación  por  uvas  secas  que  habían  sido
         rociadas en los almacenes de los puertos con cianuro. Nosotros hemos generalizado este uso en los camales y
         depósitos de carne”.
                “Cuando  no  es  tomado  en  dosis  mortales,  objetó  la  doctora,  el  ácido  cianhídrico  o  cianuro  de
         hidrógeno, es inofensivo......”.
                Azo frunció la frente.
         -      ¿Puedo yo preguntar a la señorita doctora si ha hecho experimentos a lo largo de muchas decenas de
         años, antes de emitir una afirmación tal? Y sin esperar respuesta, prosiguió:
                “Los  gases  penetran  hasta  el  interior  del  grano,  a  través  de  la  gluma  y  el  embrión.  No se  pueden
         eliminar ni por ventilación, ni por levado. El anhídrido sulfuroso provoca también un ‘blanqueado’ lo que
         permite un nivel de tamizado más elevado”.
         -      Esto es un fraude, dijo Sten.
         -      Sin  duda  alguna,  respondió  amablemente  Azo.  El  bisulfito  de  sodio  no  sólo  mata  a  los
         microorganismos, da además a los cereales ajados por la lluvia una apariencia ilusoria de buena calidad.
         -      ¡Sigue el fraude!
         -      ¡Cálmese de una vez, gruñó el Diablo. Es fraude pero nosotros no hablamos de otra cosa, desde que
         estamos juntos!
         -      Ciertos gobiernos han prohibido mezclar venenos a los cereales, recordó Francoise.
         -      Esas  prohibiciones  quedan  sin  efecto.  En  los  Estados  Unidos,  cuando  los  cereales  tienen  muchos
         parásitos,  no  se  les  permite  molerse.  Se  les  exporta,  luego  de  envenenarlos  como  es  conveniente,
         precisamente a países donde estas prohibiciones están en vigencia.
                "Finalmente,  algunos  de  mis  colegas  se  dan  el  gusto  de  mezclar  con  los  granos  destinados  a  la
         panificación,  otros  granos,  pretendidamente  reservados  para  sembrar  y  tratados  con  mercurio,  de  lo  que
         resultan terribles accidentes".

         La Cocina del Diablo – Gunther Schwab                                                                33
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