Page 39 - La Cocina del Diablo
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- ¡Para matar a las bacterias!
- Exacto. Pero el protoplasma bacteriano está hecho de la misma materia que el protoplasma humano,
éste no es ni más ni menos alterado por el cloro. Aún a una muy alta dilución, este gas permanece tóxico. Los
peces del acuario perecen en el agua con cloro En el hombre se constata inmediatamente la corrosión de las
mucosas de la boca, de la nariz, del estómago, del intestino y las canas prematuras. El cloro que se acumula
en los tejidos obstaculiza la circulación. ¡Se verá, en un futuro próximo las consecuencias de esta costumbre
funesta!
"Cuando hemos desnaturalizado el agua en esta forma, la conducimos a los conductos de plomo. Este
metal ha provocado intoxicaciones, por intermedio del agua, especialmente en Leipzig en 1930. Es suficiente
que el agua permanezca una noche en los tubos para que su cuota de plomo se eleve a 10 ó 20 mg por litro.
Los expertos estiman que no se puede tolerar más de un miligramo por litro”.
"Nuestros acólitos, que son tan activos e inventivos han aconsejado a las autoridades agregar al agua
de las ciudades, con ayuda de aparatos especiales, fosfatos polímeros".
- ¡Garantizados como inofensivos, supongo! rió el Diablo.
- ¡Por supuesto! Esos aparatos han sido introducidos en las minas de Dortmund. El procedimiento ha
sido patentado bajo esta rúbrica: "Procedimientos para mejorar el gusto de las aguas usadas y volverlas
potables".
- ¡Muy bien, Azo!
- Pasemos a otro informe, si lo desean. Aquel de la leche.
"La leche es uno de los alimentos más perfectos. Es la alimentación fundamental de los niños
pequeños, es la condición esencial de su desarrollo. Desnaturalizándola, se puede generalizar en la
humanidad malformaciones corporales y psíquicas”.
"Las sustancias nutritivas de la leche sólo pueden ser asimiladas por el organismo si dicho alimento
permanece vivo, es decir, en su estado natural. En estas condiciones solamente, el cuerpo utiliza sus
proteínas, sus grasas y su azúcar, y sus sales minerales llegan hasta los tejidos de los huesos”.
"No se le debe agregar ni retirar nada. No debe haber sido manipulado por tratamientos mecánicos,
físicos o químicos”.
"Una leche realmente natural asegura a los hombres una salud inalterable y los hace resistentes a las
epidemias”.
"¡Uds. comprenderán entonces que mis agentes hayan conducido sus esfuerzos más enérgicos sobre
esta preciosa sustancia! Se trataba de hacerle perder su valor excepcional y envenenarla con productos
químicos. De esta manera, se propagan enfermedades infantiles tales como las avitaminosis, el mal de
Barlow, las carencias nutritivas, el raquitismo, y aún más, se disminuye el nivel general de la salud humana”.
"Este combate contra la leche, yo lo preparo con bastante antelación, porque hago dar a las vacas
alimentos incompletos. Cuando ellas hayan sido alimentadas con plantas cultivadas con abonos químicos, su
leche ya no es un factor de defensa”.
"He aquí un ejemplo de lo que sucede con frecuencia. Los grandes productores de remolacha
azucarera del Norte y Este de Francia utilizan enormes cantidades de abonos químicos, entre otros, mucho
potasio producido y vendido por el Estado. La parte de la remolacha que concentra mayor cantidad de abono
químico es el tallo, es decir parte donde las hojas se insieren”.
"Esta concentración particularmente fuerte de abono químico al nivel del tallo no se observa
solamente en la remolacha azucarera, sino en general en todas las ‘plantas escardadas’. Todas las amas de
casa ya han constatado que el tallo de las zanahorias que ellas compran en el mercado presentan un aspecto
malsano. En las verduras forzadas químicamente, esta parte de la zanahoria no sólo es insípida, sino que
también tiene mal sabor. Ella está constituida por enormes células vegetales de estructura esponjosa. Son
células monstruosas, deformadas, sobrealimentadas con agua que contiene abundantes sales químicas. Es casi
siempre por el tallo que las verduras así cultivadas comienzan a podrirse y muy frecuentemente, las cocineras
cortan y botan con razón la parte alta de la zanahoria, no utilizándola en sus preparaciones culinarias”.
La Cocina del Diablo – Gunther Schwab 38