Page 36 - La Cocina del Diablo
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-      Cuando  la  harina  descansa  lo  suficiente,  se  vuelve  blanca  de  por  sí,  por  vías  naturales.  Pero  el
         almacenamiento  cuesta  caro.  La  harina  blanca  natural  produce  menos  beneficios  que  la  otra,  explicó  el
         profesor Wagenberg.
         - Yo creía que al calor del horno de la panadería, los productos químicos en cuestión se volatibilizaban.
         -      Es exacto con el tricloruro de nitrógeno y el ozono, Pero antes de volatilizarse han destruido todas las
         vitaminas.
         -      ¡Lo que es evidentemente muy grave! emitió el Sr. Blaskorn.
         -      Otros ingredientes tales como, por ejemplo, los perboratos y los bromatos, pierden su oxígeno en la
         cocción, pero permanecen en el pan bajo la forma de ácido bórico y sales de bromo, completó el profesor
         Wagenberg.
         -      Señor profesor, Ud. ha declarado que el deber de los sabios es de alertar a la opinión pública y de
         hacerle conocer los peligros que presentan el pan y la harina, tales como son corrientemente vertidos. ¿Podría
         Ud. precisar dichos peligros?
         -      Con gusto. Para comenzar, se engaña al comprador. Se le vende una mezcla blanqueada de harina y
         salvado. Gracias a ese blanqueado ulterior, se ha podido moler más a fondo, es decir, de un quintal de trigo,
         se ha sacado cuantitativamente más harina. Pero esta harina es de un valor nutritivo inferior. En seguida, el
         blanqueado destruye las vitaminas indispensables para la vida así como los elementos albuminoides. En fin,
         todo  hombre  que  come  pan  absorbe  productos  químicos  sin  saberlo,  y  ciertamente  sin  desearlo.  Estas
         sustancias, si se ingieren de forma permanente, son peligrosas.
         -      Puesto  que  estas  cosas  son  conocidas  en  todos  los  medios  científicos,  ¿cómo  es  posible  que  los
         productores continúen poniendo en el mercado harina blanqueada? preguntó el Sr. Blaskorn.
         -      Porque, como ya dije, el blanqueado permite obtener cuantitativamente más harina y ganar más.
         -      ¡Ganar más, en detrimento de la salud pública! se indignó el Dr. Weiss.
         -      Y  en  detrimento  de  la  nutrición  general,  agregó el Sr.  Blaskorn,  porque  esta  harina  hace  mal  a la
         población. ...
         -      ¿Cómo puede uno explicarse que los poderes públicos permitan falsificar la harina de esta forma?
         ¿Existen gobiernos que lo prohíban?
         -      Sí. Argentina, Francia, Grecia, Suiza, Checoslovaquia, Hungría y Alemania del Este. En estos países
         no se permite ningún tratamiento químico de la harina, dijo el profesor Wagenberg.
         -      ¿Los productores y los negociantes no tienen acaso la obligación de hacer conocer a los compradores,
         puesto que se da lugar, que su harina ha sido tratada? cuestionó el doctor Weiss.
         -      No. No existe ninguna ley que los obligue.
         -      ¿Es verdad, señor profesor que, según Ud., la harina químicamente tratada puede causar o facilitar
         enfermedades tales como el cáncer?
         -      Se sabe que toda agresión química sobre las células del cuerpo puede producir la aparición del cáncer;
         y que de por sí, una absorción permanente de tóxicos es peligrosa en todas las circunstancias.
         -      ¡Apague! ¡Azo! gritó el Diablo. Esta entrevista es instructiva por los informes que ofrece, a pesar que
         el  señor  profesor  se  expresa  con  bastante  prudencia.  ¿Por  qué  no  ha  Ud.  impedido  este  encuentro?  ¿Ha
         aparecido el artículo?
         -      Claro que sí, Patrón. Y con numerosas ilustraciones.
         -      ¿Y qué puede Ud. decir en su defensa?
                Azo se alzó de hombros sonriendo.
         -      ¡Nosotros publicamos en las revistas tantos artículos sensacionalistas que la gente ya no los toma en
         cuenta! Al día siguiente, está todo olvidado. Esta publicación, y muchas otras por el estilo, no han sido, en lo
         más mínimo, perjudiciales para nuestro trabajo.
         -      ¿Y. sin embargo, en muchos países se ha prohibido envenenar el pan?
         -      No  valía  la  pena  intervenir  en  aquello, dijo  tranquilamente  el  demonio.  En  cada  país,  sólo  se  han
         prohibido algunos venenos específicos, otros permanecen autorizados,  y además, los molineros y aquellos
         que trabajan en los establecimientos de preparación de la harina no respetan siempre las consignas. ¡De esta



         La Cocina del Diablo – Gunther Schwab                                                                35
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