Page 42 - La Cocina del Diablo
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Azo tomó la palabra
- La leche que se conserva con la ayuda del peróxido de hidrógeno ya no contiene ninguna vitamina: es
un producto totalmente muerto. Inclusive he hecho preconizar por uno de mis auxiliares, M. J. Pien, el uso de
la clorpicrina para la conservación de la leche, se le agrega diacetilo.
- Hay entonces una superchería, se engaña al consumidor con respecto de la verdadera naturaleza del
alimento, repitió una vez más el poeta.
- Por supuesto. Pero esto no es todo. Yo recomiendo una larga lista de productos químicos para limpiar
los recipientes de la leche y las canalizaciones de las lecherías.
- ¿Esos productos son legalmente autorizados? preguntó Francoise.
- Sí para la limpieza de los recipientes. Pero pasa de todas maneras a la leche. ¡Tranquilízate! Mis
agentes de este sector saben perfectamente lo que hacen. Gracias a los métodos de higiene más moderna,
arruinan la alimentación más preciosa. Transformada en sus estructuras, conservada, privada de casi todo
elemento nutritivo, ¡la leche ya no es una linfa blanca que circula a través del organismo de los hombres!
- ¡Qué perjuicios debe ejercer sobre la frágil salud de los bebés una leche desnaturalizada de esta
manera! ¿Y los médicos no se oponen? se exasperó Sten.
Azo respondió riendo:
- Nuestros queridos médicos preconizan actualmente toda clase de aditivos en la alimentación del bebé:
por ejemplo, jugo de limón artificial, que pretendidamente regulariza la flora intestinal, o también la sacarina,
¡ese veneno! Además ellos aconsejan alimentar al bebé con preparaciones deshidratadas que se encuentran en
el mercado: purés de verduras, de papas y leche reducidos en finos polvos, esterilizados, desvitalizados,
comprimidos y empaquetados con mucha limpieza en hojas de plástico,¡es admirable!
- ¡Es necesario que todo sea artificial ya desde el día del nacimiento! declamó solemnemente el Patrón.
¿Se asombrarían Uds. de saber que ya no hay hombres de acuerdo a la naturaleza?
- Hay otro procedimiento, que produce enormes éxitos entre los consumidores y que apunta a la
destrucción pura y simple de la leche: Es la condensación. Para condensar la leche se usa el peróxido de
hidrógeno, el bifosfato de sodio o el citrato de sodio. En seguida, se calienta en 200 turnos, a altas
temperaturas. De esta forma se liquidan totalmente las fuerzas vitalizantes. Lo que queda en la lata metálica,
¡es la muerte, lista para servir!
"Esta leche se conserva indefinidamente, sin refrigeración, lo cual demuestra que no contiene ni una
sola partícula de vida".
"Se puede decir lo mismo de la leche seca, o leche en polvo. Son productos químicos desprovistos de
todo fermento y de toda vitamina: En consecuencia las albúminas que quedan no pueden ser asimiladas. Para
remediarlo, nosotros agregamos fosfato de sodio, ácido paraoxibenzoico y ácido benzoico".
- Yo creo que esa leche seca ya no juega un papel muy grande hoy en día, hizo observar Alfred.
- ¡No diga eso! Esta leche seca se encuentra en casi todos los alimentos para la primera infancia, en el
chocolate, en el yogurt. Se puede certificar que el 96% de las preparaciones industriales destinadas a los
bebés están desprovistas de todo valor biológico y que de todas maneras provocan enfermedades infantiles, si
los bebés son exclusivamente alimentados con alimentos desvitalizados.
"Lo que he dicho sobre la leche vale también para la mantequilla. Se está en condiciones de hacer
bajar su calidad de una forma continua, gracias a los abonos químicos de los pastizales, a la alimentación
artificial de las vacas, a las pulverizaciones tóxicas en las praderas”.
"Para comenzar, la crema se super-pasteuriza, es decir se calienta a 95 grados, privándola de sus
sustancias vitales. Se le agrega el ácido bórico, ácido salícico y componentes fluorados, sin olvidar el famoso
colorante cancerígeno ¡que lleva mi nombre!".
El demonio de los venenos golpea con orgullo su pecho.
- El colorante "Azo" está prohibido en ciertos países, hizo notar la joven.
- Quedan todavía suficientes países en donde podemos seguir usándolo. Además tengo a mi disposición
toda una serie de otros colorantes igualmente dañinos, todos derivados del alquitrán de hulla. ¿Sabían Uds.
que durante la última guerra, mis acólitos fabricaron, a partir del carbón, una mantequilla artificial, que
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