Page 72 - La Cocina del Diablo
P. 72

-      No escatimamos nada con el fin de hacer desaparecer  el sentido de responsabilidad  y para que se
         elimine la conciencia, agregó el Patrón.
         -      En  el  alcohólico,  la  autocrítica  se  debilita,  no  tiene  más  empuje  creador,  no  más  aspiraciones
         elevadas. Los tomadores son seres mediocres, despreocupados del mañana e incorregiblemente habladores.
                La joven se hizo escuchar:
         -      Si Ud. quita el vino y la cerveza a esas personas, ¿qué les quedará?
         -      Yo no se los quito, por el contrario, soy yo quien se los da. En nuestros días, toda la estructura social,
         toda  la  vida  política  están  saturadas  de  alcohol.  No  hay  congreso,  no  hay  evento  solemne,  no  hay  una
         recepción  sin  él.  Se  ha  convertido  de  alguna  forma,  el  criterio  del  "standing"  y  la  personalidad.  La
         democracia y los bares están íntimamente ligados.
                “La radio, las películas, los music-hall publican el alcoholismo. Esta propaganda no hace más que
         acentuarse ocupándose del lirismo de las cooperativas de los que trabajan en los viñedos, a las emisiones
         pagadas de los destiladores, un orgullo de nuestra época. He hecho nacer una verdadera protección al alcohol,
         y la humanidad engañada baja la cabeza a estos nuevos y nobles donantes. He inventado también toda una
         mitología, donde el vino es presentado como factor de inteligencia y de cultura...”.
                “Hubo un tiempo en que muchos proletarios ‘conscientes y organizados’ renunciaron voluntariamente
         al alcohol. Querían convertirse en hombres más perfectos...".
         -      ¡Este peligro está descartado! interrumpió el diablo, jubiloso. ¡He parado este movimiento! Hoy en
         día,  los  proletarios  ganan  bastante  más,  pero  toman  también  bastante  más...  y  sus familias  no  reciben  un
         céntimo más.
         -      Hablemos primero de la cerveza, comenzó Tox.
         -      ¿Qué puede haber de malo en la cerveza? ¿No es acaso el jugo puro de cebada? preguntó Alfred.
         -      La Unión de los cerveceros, en Bonn, ha rechazado un proyecto de ley que ten día a excluir de la
         fabricación de las cervezas, el arroz, el maíz, el lúpulo sintético y los colorantes químicos...
         -      ¿Qué quiere Ud. decir? ¿Lo han rechazado para poder continuar la práctica de sus falsificaciones?
         preguntó Tox.
         -      De ninguna manera. Pero porque toda cerveza alemana es, por definición, de una pureza perfecta.
         -      ¡Espere antes de afirmarlo! Los bellos pequeños venenos de la agricultura, en especial nuestro querido
         E. 605, penetran en la cebada y en el lúpulo. En seguida estos vegetales son sometidos a tratamientos largos y
         complicados, que destruyen todas sus sustancias vitales. Y se habla de la cerveza de la salud, de la cerveza de
         régimen, de la cerveza fortificante, etc.
                “En la técnica de la cervecería, se desvalorizan cereales preciosos, lo que estrecha el espacio vital de
         una humanidad hambrienta. En Alemania del Oeste, los cultivos de cebada ocupan una superficie de 663,000
         hectáreas”.
                “En este mismo país, en 1954, el consumo de cerveza llegó a 30,1 millones de hectolitros, - 5% más
         que en 1953. El impuesto sobre la cerveza ha dado 362 millones de marcos alemanes”.
         -      El gobierno está entonces interesado, hizo notar el Patrón.
         -      Sí, pero los gastos que conlleva, para el gobierno, las consecuencias del alcoholismo, son bastante
         más pesadas que esta entrada de impuestos.
                “En 1930 Austria bebía 2,3 millones de hectolitros de cerveza. En 1954, 4,2 millones. En 1957, 4,6
         millones. La progresión es sensible. Esto representa, en 1957, 62 anuales por habitante”.
         -      ¡Háblenme del milagro económico!... rió ruidosamente el patrón.
         -      La uva es una de las frutas más deliciosas y más ricas en vitaminas, esta refresca y purifica la sangre
         por las vías naturales. Experimentó entonces un placer muy particular al verter hiel en este elíxir de vida...
         -      No importa qué sea lo que usted pretenda, objetó Alfred, usted no tendrá éxito en malograr la alegría
         que me procura el noble vino, cuando lo degusto con mis amigos.
         -      ¡Nosotros lo degustamos también! exclamó el Patrón. Pero a nosotros, los diablos, no nos hace ningún
         mal.
                Tox prosiguió.



         La Cocina del Diablo – Gunther Schwab                                                                71
   67   68   69   70   71   72   73   74   75   76   77