Page 154 - Libro Orgullo y Prejuicio
P. 154

CAPÍTULO XXXVIII
      El  sábado  por  la  mañana  Elizabeth  y  Collins  se  encontraron  a  la  hora  del
      desayuno  unos  minutos  antes  de  que  aparecieran  los  demás;  y  aprovechó  la
      oportunidad  para  hacerle  los  cumplidos  de  la  despedida  que  consideraba
      absolutamente necesarios.
        —Ignoro, señorita Elizabeth —le dijo—, si la señora Collins le ha expresado
      cuánto agradece su amabilidad al haber venido; pero estoy seguro de que lo hará
      antes de que abandone usted esta casa. Hemos apreciado enormemente el favor
      de su compañía. Sabemos lo poco tentador que puede ser para nadie el venir a
      nuestra  humilde  morada.  Nuestro  sencillo  modo  de  vivir,  nuestras  pequeñas
      habitaciones,  nuestros  pocos  criados  y  nuestro  aislamiento,  han  de  hacer  de
      Hunsford  un  lugar  extremadamente  triste  para  una  joven  como  usted.  Pero
      espero  que  crea  en  nuestra  gratitud  por  su  condescendencia  y  en  que  hemos
      hecho todo lo que estaba a nuestro alcance para impedir que se aburriera.
        Elizabeth  le  dio  las  gracias  efusivamente  y  dijo  que  estaba  muy  contenta.
      Había pasado seis semanas muy felices; y el placer de estar con Charlotte y las
      amables atenciones que había recibido, la habían dejado muy satisfecha. Collins
      lo celebró y con solemnidad, pero más sonriente, repuso:
        —Me  proporciona  el  mayor  gusto  saber  que  ha  pasado  usted  el  tiempo
      agradablemente. Se ha hecho, realmente, todo lo que se ha podido; hemos tenido
      la suprema suerte de haber podido presentarla a usted a la más alta sociedad, y
      los  frecuentes  medios  de  variar  el  humilde  escenario  doméstico  que  nos  han
      facilitado nuestras relaciones con Rosings, nos permiten esperar que su visita le
      haya sido grata. Nuestro trato con la familia de lady Catherine es realmente una
      ventaja extraordinaria y una bendición de la que pocos pueden alardear. Ha visto
      en  qué  situación  estamos  en  Rosings,  cuántas  veces  hemos  sido  invitados  allí.
      Debo  reconocer  sinceramente  que,  con  todas  las  desventajas  de  esta  humilde
      casa  parroquial,  nadie  que  aquí  venga  podrá  compadecerse  mientras  puedan
      compartir nuestra intimidad con la familia de Bourgh.
        Las palabras eran insuficientes para la elevación de sus sentimientos y se vio
      obligado a pasearse por la estancia, mientras Elizabeth trataba de combinar la
      verdad con la cortesía en frases breves.
        —Así,  pues,  podrá  usted  llevar  buenas  noticias  nuestras  a  Hertfordshire,
      querida  prima.  Al  menos  ésta  es  mi  esperanza.  Ha  sido  testigo  diario  de  las
      grandes atenciones de lady Catherine para con la señora Collins, y confío en que
      no le habrá parecido que su amiga no es feliz. Pero en lo que se refiere a este
      punto  mejor  será  que  me  calle.  Permítame  sólo  asegurarle,  querida  señorita
      Elizabeth,  que  le  deseo  de  todo  corazón  igual  felicidad  en  su  matrimonio.  Mi
      querida Charlotte y yo no tenemos más que una sola voluntad y un solo modo de
      pensar. Entre nosotros existen en todo muy notables semejanzas de carácter y de
   149   150   151   152   153   154   155   156   157   158   159