Page 162 - Libro Orgullo y Prejuicio
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las sientes por las dos. Sé que, con que tú le hagas justicia, basta. Sé que puedo
      estar cada vez más despreocupada e indiferente. Tu profusión de lamentos me
      salva. Y si sigues compadeciéndote de él mucho tiempo, mi corazón se hará tan
      insensible como una roca.
        —¡Pobre Wickham! ¡Parece tan bueno, tan franco!
        —Sí, es cierto; debió de haber una mala dirección en la educación de estos
      dos jóvenes; uno acaparó toda la bondad y el otro todas las buenas apariencias.
        —Yo nunca consideré que las apariencias de Darcy eran tan malas como tú
      decías.
        —Pues  ya  ves,  yo  me  tenía  por  muy  lista  cuando  le  encontraba  tan
      antipático, sin ningún motivo. Sentir ese tipo de antipatías es como un estímulo
      para la inteligencia, es como un rasgo de ingenio. Se puede estar hablando mal
      continuamente de alguien sin decir nada justo; pero no es posible estar siempre
      riéndose de una persona sin dar alguna vez en el clavo.
        —Estoy segura, Elizabeth, de que al leer la carta de Darcy, por primera vez,
      no pensaste así.
        —No habría podido, es cierto. Estaba tan molesta, o, mejor dicho, tan triste. Y
      lo peor de todo era que no tenía a quién confiar mi pesar. ¡No tener a nadie a
      quien hablar de lo que sentía, ninguna Jane que me consolara y me dijera que no
      había sido tan frágil, tan vana y tan insensata como yo me creía! ¡Qué falta me
      hiciste!
        —¡Haber atacado a Darcy de ese modo por defender a Wickham, y pensar
      ahora que no lo merecía!
        —Es  cierto;  pero  estaba  amargada  por  los  prejuicios  que  había  ido
      alimentando. Necesito que me aconsejes en una cosa. ¿Debo o no debo divulgar
      lo que he sabido de Wickham?
        Jane meditó un rato y luego dijo:
        —Creo que no hay por qué ponerle en tan mal lugar. ¿Tú qué opinas?
        —Que tienes razón. Darcy no me ha autorizado para que difunda lo que me
      ha revelado. Al contrario, me ha dado a entender que debo guardar la mayor
      reserva posible sobre el asunto de su hermana. Y, por otra parte, aunque quisiera
      abrirle los ojos a la gente sobre su conducta en las demás cosas, ¿quién me iba a
      creer? El prejuicio en contra de Darcy es tan fuerte que la mitad de las buenas
      gentes de Meryton morirían antes de tener que ponerle en un pedestal. No sirvo
      para  eso.  Wickham  se  irá  pronto,  y  es  mejor  que  me  calle.  Dentro  de  algún
      tiempo se descubrirá todo y entonces podremos reírnos de la necedad de la gente
      por no haberlo sabido antes. Por ahora no diré nada.
        —Me parece muy bien. Si propagases sus defectos podrías arruinarle para
      siempre.  A  lo  mejor  se  arrepiente  de  lo  que  hizo  y  quiere  enmendarse.  No
      debemos empujarle a la desesperación.
        El tumulto de la mente de Elizabeth se apaciguó con esta conversación. Había
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