Page 216 - Libro Orgullo y Prejuicio
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pero las otras cosas hay que arreglarlas ahora mismo.
Se disponía a tratar de todos los particulares sobre sedas, muselinas y batistas,
y al instante habría dictado algunas órdenes si Jane no la hubiese convencido,
aunque con cierta dificultad, de que primero debería consultar con su marido. Le
hizo comprender que un día de retraso no tendría la menor importancia, y la
señora Bennet estaba muy feliz para ser tan obstinada como siempre. Además,
ya se le habían ocurrido otros planes:
—Iré a Meryton en cuanto me vista, a comunicar tan excelentes noticias a mi
hermana Philips. Y al regreso podré visitar a lady Lucas y a la señora Long.
¡Catherine, baja corriendo y pide el coche! Estoy segura de que me sentará muy
bien tomar el aire. Niñas, ¿queréis algo para Meryton? ¡Oh!, aquí viene Hill.
Querida Hill, ¿se ha enterado ya de las buenas noticias? La señorita Lydia va a
casarse, y para que brinden por su boda, se beberán ustedes un ponche.
La señora Hill manifestó su satisfacción y les dio sus parabienes a todas.
Elizabeth, mareada ante tanta locura, se refugió en su cuarto para dar libre curso
a sus pensamientos.
La situación de la pobre Lydia había de ser, aun poniéndose en lo mejor,
bastante mala; pero no era eso lo peor; tenía que estar aún agradecida, pues
aunque mirando al porvenir su hermana no podía esperar ninguna felicidad
razonable ni ninguna prosperidad en el mundo, mirando hacia atrás, a lo que sólo
dos horas antes Elizabeth había temido tanto, no se podía negar que todavía había
tenido suerte.