Page 213 - Libro Orgullo y Prejuicio
P. 213

—¡Entonces  es  lo  que  siempre  he  esperado!  —exclamó  Jane—.  ¡Están
      casados!
        Elizabeth siguió leyendo:
          No  están  casados  ni  creo  que  tengan  intención  de  estarlo,  pero  si
        quieres  cumplir  los  compromisos  que  me  he  permitido  contraer  en  tu
        nombre, no pasará mucho sin que lo estén. Todo lo que tienes que hacer es
        asegurar  a  tu  hija  como  dote  su  parte  igual  en  las  cinco  mil  libras  que
        recibirán  tus  hijas  a  tu  muerte  y  a  la  de  tu  esposa,  y  prometer  que  le
        pasarás, mientras vivas, cien libras anuales. Estas son las condiciones que,
        bien mirado, no he vacilado en aceptar por ti, pues me creía autorizado
        para  ello.  Te  mando  la  presente  por  un  propio,  pues  no  hay  tiempo  que
        perder para que me des una contestación. Comprenderás fácilmente por
        todos  los  detalles  que  la  situación  del  señor  Wickham  no  es  tan
        desesperada  como  se  ha  creído.  La  gente  se  ha  equivocado  y  me
        complazco  en  afirmar  que  después  de  pagadas  todas  las  deudas  todavía
        quedará algún dinerillo para dotar a mi sobrina como adición a su propia
        fortuna.  Si,  como  espero,  me  envías  plenos  poderes  para  actuar  en  tu
        nombre en  todo  este  asunto,  daré órdenes  enseguida  a  Haggerston para
        que  redacte  el  oportuno  documento.  No  hay  ninguna  necesidad  de  que
        vuelvas a la capital; por consiguiente, quédate tranquilo en Longbourn y
        confía  en  mi  diligencia  y  cuidado.  Contéstame  cuanto  antes  y  procura
        escribir con claridad. Hemos creído lo mejor que mi sobrina salga de mi
        casa  para  ir  a  casarse,  cosa  que  no  dudo  aprobarás.  Hoy  va  a  venir.
        Volveré a escribirte tan pronto como haya algo nuevo.
          Tuyo,
                                       E. Gardiner.
        —¿Es posible? —exclamó Elizabeth al terminar la carta—. ¿Será posible que
      se case con ella?
        —Entonces Wickham no es tan despreciable como creíamos —observó Jane
      —. Querido papá, te doy la enhorabuena.
        —¿Ya has contestado la carta?
        —No, pero hay que hacerlo en seguida.
        Elizabeth le rogó vehementemente que no lo demorase.
        —Querido papá, vuelve a casa y ponte a escribir inmediatamente. Piensa lo
      importante que son los minutos en estos momentos.
        —Deja que yo escriba por ti —dijo Jane—, si no quieres molestarte.
        —Mucho me molesta —repuso él—, pero no hay más remedio.
        Y regresó con ellas a la casa.
        —Supongo que aceptarás añadió Elizabeth.
   208   209   210   211   212   213   214   215   216   217   218