Page 208 - Libro Orgullo y Prejuicio
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He  escrito  al  coronel  Forster  suplicándole  que  averigüe  entre  los
        amigos del regimiento si Wickham tiene parientes o relaciones que puedan
        saber en qué parte de la ciudad estará oculto. Si hubiese alguien a quien se
        pudiera acudir con alguna probabilidad de obtener esa pista, se adelantaría
        mucho. Por ahora no hay nada que nos oriente. No dudo que el coronel
        Forster hará todo lo que esté a su alcance para complacernos, pero quizá
        Elizabeth  pueda  indicarnos  mejor  que  nadie  si  Wickham  tiene  algún
        pariente.
        Elizabeth comprendió el porqué de esta alusión, pero no podía corresponder a
      ella.  Jamás  había  oído  decir  si  tenía  parientes  aparte  de  su  padre  y  su  madre
      muertos  hacía  muchos  años.  Pero  era  posible  que  alguno  de  sus  compañeros
      fuera capaz de dar mejor información, y aunque no era optimista, consideraba
      acertado preguntarlo.
        En Longbourn los días transcurrían con gran ansiedad, ansiedad que crecía
      con  la  llegada  del  correo.  Todas  las  mañanas  esperaban  las  cartas  con
      impaciencia. Por carta habrían de saber la mala o buena marcha del asunto, y
      cada día creían que iban a recibir alguna noticia de importancia.
        Pero antes de que volvieran a saber del señor Gardiner, llegó de Hunsford
      una misiva para el señor Bennet de su primo Collins. Como Jane había recibido la
      orden  de  leer  en  ausencia  de  su  padre  todo  lo  que  recibiese,  abrió  la  carta.
      Elizabeth, que sabía cómo eran las epístolas de Collins, leyó también por encima
      del hombro de su hermana. Decía así:
          «Mi querido señor,
          Nuestro  parentesco  y  mi  situación  en  la  vida  me  llevan  a  darle  mis
        condolencias por la grave aflicción que está padeciendo, de la que fuimos
        informados por una carta de Hertfordshire. No dude de que tanto la señora
        Collins como yo les acompañamos en el sentimiento a usted y a toda su
        respetable familia en la presente calamidad, que ha de ser muy amarga,
        puesto que el tiempo no la puede borrar. No faltarán argumentos por mi
        parte  para  aliviar  tan  tremenda  desventura  o  servir  de  consuelo  en
        circunstancias que para un padre han de ser más penosas que para todos
        los demás. La muerte de una hija habría sido una bendición comparada con
        esto. Y es más lamentable porque hay motivos para suponer, según me dice
        mi querida Charlotte, que esa licenciosa conducta de su hija procede de un
        deplorable  exceso  de  indulgencia;  aunque  al  mismo  tiempo  y  para
        consuelo  suyo  y  de  su  esposa,  me  inclino  a  pensar  que  debía  de  ser  de
        naturaleza  perversa,  pues  de  otra  suerte  no  habría  incurrido  en  tal
        atrocidad  a  una  edad  tan  temprana.  De  todos  modos  es  usted  digno  de
        compasión, opinión que no sólo comparte la señora Collins, sino también
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