Page 214 - Libro Orgullo y Prejuicio
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—¡Aceptar! ¡Si estoy avergonzado de que pida tan poco!
—¡Deben casarse! Aunque él sea como es.
—Sí, sí, deben casarse. No se puede hacer otra cosa. Pero hay dos puntos que
quiero aclarar: primero, cuánto dinero ha adelantado tu tío para resolver eso, y
segundo, cómo voy a pagárselo.
—¿Dinero, mi tío? —preguntó Jane—. ¿Qué quieres decir?
—Digo que no hay hombre en su sano juicio que se case con Lydia por tan
leve tentación como son cien libras anuales durante mi vida y cincuenta cuando
yo me muera.
—Es muy cierto —dijo Elizabeth—; no se me había ocurrido. ¡Pagadas sus
deudas y que todavía quede algo! Eso debe de ser obra de mi tío. ¡Qué hombre
tan bueno y generoso! Temo que esté pasando apuros, pues con una pequeña
cantidad no se hace todo eso.
—No —dijo el señor Bennet—, Wickham es un loco si acepta a Lydia por
menos de diez mil libras. Sentiría juzgarle tan mal cuando vamos a empezar a ser
parientes.
—¡Diez mil libras! ¡No lo quiera Dios! ¿Cuándo podríamos pagar la mitad de
esa suma?
El señor Bennet no contestó, y, ensimismados todos en sus pensamientos,
continuaron en silencio hasta llegar a la casa. El padre se metió en la biblioteca
para escribir, y las muchachas se fueron al comedor.
—¿Se irán a casar, de veras? —exclamó Elizabeth en cuanto estuvieron solas
—. ¡Qué raro! Y habremos de dar gracias aún. A pesar de las pocas
probabilidades de felicidad de ese matrimonio y de la perfidia de Wickham,
todavía tendremos que alegrarnos. ¡Oh, Lydia!
—Me consuelo pensando —replicó Jane— que seguramente no se casaría
con Lydia si no la quisiera. Aunque nuestro bondadoso tío haya hecho algo por
salvarlo, no puedo creer que haya adelantado diez mil libras ni nada parecido.
Tiene hijos y puede tener más. No alcanzaría a ahorrar ni la mitad de esa suma.
—Si pudiéramos averiguar a cuánto ascienden las deudas de Wickham —dijo
Elizabeth— y cuál es la dote que el tío Gardiner da a nuestra hermana, sabríamos
exactamente lo que ha hecho por ellos, pues Wickham no tiene ni medio chelín.
Jamás podremos pagar la bondad del tío. El llevarla a su casa y ponerla bajo su
dirección y amparo personal es un sacrificio que nunca podremos agradecer
bastante. Ahora debe de estar con ellos. Si tanta bondad no le hace sentirse
miserable, nunca merecerá ser feliz. ¡Qué vergüenza para ella encontrarse cara
a cara con nuestra tía!
—Unos y otros hemos de procurar olvidar lo sucedido —dijo Jane—: Espero
que todavía sean dichosos. A mi modo de ver, el hecho de que Wickham haya
accedido a casarse es prueba de que ha entrado por el buen camino. Su mutuo
afecto les hará sentar la cabeza y confío que les volverá tan razonables que con