Page 94 - Necronomicon
P. 94
inmediatamente y con la memoria aún fresca. Los neófitos góticos, los que satirizaban en
Northanger Abbey, trataron de emular el éxito de Walpole estimulando pesadillas en ellos
mismos: comían alimentos malos, pensaban cosas repugnantes y leían tantos libros
infestados de gusanos como podían encontrar. Pero pronto descubrieron que las pesadillas
en vacío, creadas "por cálculo", no tenían nada de espantoso ni novelesco: a lo sumo, una
indigestión. Como contraste, los dos grandes subgéneros de horror del siglo XIX (sobre los
cuales el propio Lovecraft basó algunos de los relatos que no pertenecían a los Mitos, como
Herbert West: Reanimator, {1921-1922), el tema Frankeinstein, y la historia del
aristocrático villano-héroe que también es un Vampiro con tarjeta de visita, fuero el
resultado de genuinas pesadillas sado-eróticas experimentadas por los miembros del grupo
de Byron-Shelley en el verano de 1816. Este vez, las pesadillas fueron estimuladas por
dosis excesivas de láudano, malas vibraciones entre ambos poetas, sus amantes y el Dr.
Polidori, así como una exposición excesiva a la Nouvelle Héloise de Rousseau. Más
avanzado el siglo, durante e! resurgimiento del gótico, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde (la versión
original completa) fue el producto de una serie de pesadillas tuberculoideas, y Bram Stoker
empezó a escribir Drácula después de haber comido la noche anterior un exceso de
ensalada de cangrejos con las habituales y temibles consecuencias.
Lovecraft se mostró muy crítico con todos estos autores. Horace Walpole era "un inglés
enérgico y mundano" para el cual el misterio era ."una diversión de aficionado". La escuela
Radcliffe era un "bonito juego para el periodista" y sus obras se basaban en unas "geografía
e historia erróneas". El Frankenstein de Mary Shelley era "algo teñido de didacticismo
moral". Robert Louis Stevenson tenía una "tendencia atroz hacia la desenvoltura
manierista" y sus obras "se especializaban más en sucesos que en detalles atmosféricos y se
dirigían más al intelecto que a la imaginación impresionística". Es por esto que a los ojos de
Lovecraft aparecía como una especie de "producto diluido" comparado con la "pura
pesadilla artística"; y en el caso de las novelas de Bram Stoker, "una pobre técnica
perjudica su efecto". Pero los sueños de Lovecraft, así como la vida y ficción que basaba en
ellos, tenían pocos puntos de comparación con los escritores de las fantasías góticas. Las
pesadillas de Lovecraft no estaban, ciertamente, estimuladas ni por una exquisita
alimentación ni por una vida de alto nivel. Como deseó mantener una imagen pública de
aristócrata, erudito, anticuario y, sobre todo, amateur (un caballero, no un jugador), no hizo
esfuerzo alguno para apaciguar a los "editores guiados por el espíritu de la codicia",
mandándoles de nuevo las narraciones rechazadas, o convirtiendo sus ilegibles garabatos en
escritos mecanografiados. En lugar de esto, prefería, y con orgullo, "arreglárselas con la
pequeña cantidad de 1,75 dólares a la semana comprando guisantes, espagueti en latas o
galletas en cajas".
La mayor parte de su tiempo lo empleaba escribiendo para otros o revisando totalmente
narraciones que, basadas a menudo en sus propias ideas, otros habían escrito; no puede,
pues, asociársele públicamente a acciones sucias, Tampoco sus sueños estuvieron
estimulados por alucinógenos ni malas vibraciones en compañía de competidores sensibles;
la consideración de Lovecraft por Poe no se extendió al deseo de tener experiencias en el
opio, o a entregarse – a cualquier nivel – a aventuras sexuales poco ortodoxas. Por otra
parte, nunca tuvo con los escritores de su misma opinión una relación ni lo bastante
sostenida ni lo bastante estable para que degenerara en tensión. Sus pesadillas no fueron
inducidas; no apuntaló su desmanejada imaginación con el fin de publicar obras. De hecho,
93