Page 95 - Necronomicon
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cuando los editores rechazaron sus relatos basados en sueños, él siempre tuvo la constante
sospecha de que habían tomado la decisión más adecuada (después de todo sus sueños no
eran para el consumo público). Y del mismo modo que los hechos cósmicos descritos en At
the Mountain of Madness (los cuales serán a la biología lo que Einstein fue a las
matemáticas y a la física) sólo se citan en el Arkham Advertiser, en "un boletín oficial de la
Universidad Miskatonic", así Lovecraft era tan feliz publicando su obra en folletines de
aficionados como viéndola aceptada por Farnsworth Wright, el impredecible editor de
Weird Tales. Poco después de haber sido aceptada su primera narración por aquella revista,
escribió: "Estoy casi decidido a no escribir más narraciones, sino simplemente a soñar
cuando lo desee, y no pararme a hacer algo tan vulgar como escribir los sueños para el
cochino público". En 1924, antes del régimen de Wright, se había ofrecido a Lovecraft
(entonces de veinticuatro años) la dirección de Weird Tales; fue, en su vida, un raro ejemplo
de reconocimiento fuera del "círculo".
Pero rehusó poniendo como excusa su imagen pública. "Apenas puedo contemplar esto sin
un escalofrío. Pienso en la tragedia que un cambio así (hacia Chicago) sería para un viejo
anticuario que hubiese empezado a disfrutar las reliquias de New Amsterdam". En ambas
ocasiones, cuando estaba al borde del éxito, Lovecraft retrocedió al "anticuarismo" del siglo
XVIII, expresando sus sentimientos en arcaica prosa gótica. Para mantener su línea de
producción no necesitaba opíparas comidas ni drogas, ni sesiones de lectura hasta altas
horas de la noche, ni visitas a ruinas y lugares perdidos. Hasta la edad de treinta años,
Lovecraft nunca había estado ni una sola noche separado de sus chochas tías. Todo cuanto
tenía que hacer era levantarse por la mañana. Seguramente corría todas las cortinas,
encendía las luces e imaginaba que había estado trabajando toda la noche. Evidentemente,
para los seguidores de Freud, Jones y Jung, las pesadillas de Lovecraft, al igual que las de
Fuseli, podrían ser un festín. Lovecraft declaraba despreciar el "pueril simbolismo" de
Freud, quizá porque le asustaba afrontarlo. Y con razón. De las dos mujeres que juegan un
papel importante en las narraciones de Lovecraft, una de ellas es un ama de casa vampírica
(The Thing in the Doorstep), mientras que la otra es "una mujer albina de 35 años, algo
deformada y sin atractivo" (The Dunwich Horror). Los temas que se repiten en el panorama
de los sueños Cthulhu incluyen (escogidos al azar) densa maleza, entradas abiertas a
cuevas, colas en distensión y caras que son "meros conos blancos que se estrechan hasta ser
un tentáculo de sangre roja"; esto sin hablar (Lovecraft lo hace habitualmente) de aquellas
muchas "inmencionables" y blasfemas cosas que "podrían convertir a cualquier hombre en
un Dante o un Poe si pudiese mantenerse cuerdo el tiempo suficiente para poder contar lo
que había visto". Muchos de los que se tropezaban con esas cosas ("su efecto era más el de
una sugestión que el de una revelación") no se mantenían cuerdos mucho tiempo. Otros
volvían a la facultad de Miskatonic para ser tratados en el futuro como "folkloristas
desagradablemente eruditos" y, presumiblemente, como Dantes frustrados. Los seguidores
de Jung podrían considerar como temas centrales los mitos-sueños Cthulhu, por un lado el
punto de vista de Lovecraft, expresado a menudo, de que la consciencia humana vive,
afortunadamente, en "una plácida isla de nebulosos mares negros de infinitud" (los motivos
clave que ilustran estos temas podrían incluir la Oscuridad, los Cataclismos, los Animales
Inspiradores de Temor y los lenguajes Incomprensibles).
Por otro lado sus diversas versiones de "La Caída" (la expulsión del Edén del Satán de
Milton o la expulsión desde el cielo uterino al abismo terrestre, motivos clave que quizá
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