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142| En el Jardín de la Sabiduría Capítulo Cuatro: El regalo de la vida
de que llegó adonde llegó gracias a que cada vez
empezaba de nuevo y no desesperó por ningún motivo
e incluso en un mismo día empezaba varias veces de
nuevo, tal como enseñan nuestros Sabios acerca del
versículo “Estas palabras que te ordeno hoy” – serán
nuevas para ti cada día y el versículo “en este día te
has convertido en el Pueblo de Israel” – y Rashi cita
la explicación de nuestros Sabios: cada día será para ti
como este día en el que has entrado a Su pacto.
En realidad, si uno observa con detenimiento, se
dará cuenta de que todas sus confusiones, sus caídas,
sus debilidades y sus declives son producto de la
multiplicidad de pensamientos del día anterior al
día siguiente, y de una hora a otra. La mayoría de la
gente se considera como si fueran todos viejos y están
absolutamente convencidos de que ya no pueden
cambiar. Y debido a que saben que están lejos del
camino de la verdad, muchos de ellos pierden la
esperanza de poder acercarse alguna vez a Hashem e
incluso los pocos preceptos que sí logran cumplir, los
hacen en forma mecánica, sin entusiasmo. Esto es muy
malo y muy nocivo, tal como advirtió Rabí Najman
cuando dijo que está prohibido ser “viejo”.
No se trata de aquel que se apartó por completo del
camino correcto y que vive como se le antoja, que
Dios nos libre y guarde… y que se considera como
un viejo que ya no puede abandonar sus malas
costumbres. Esa persona corre peligro de perderse por
completo si no se despierta y hace teshuvá, a menos
que se despierte y empiece de nuevo desde cero, ya
que esa es la esencia del arrepentimiento, tal como
afirma el versículo “Haznos retornar a Ti, Hashem,
y retornaremos; renueva nuestros días…”. Dice
precisamente “renueva”, ya que incluso las personas
íntegras e incluso los tzadikim, si se consideran a sí
mismos “viejos” y llevan a cabo su servicio Divino
como viejos, eso tampoco es bueno, tal como enseñó
| 131 empezar a hacer introspección si no se tiene emuná, y emuná tristeza y se va a alejar más de Hashem. Porque no se puede uno busca los defectos en su obra, entonces va a caer en la mejorar y corregir en el
estaba feliz con todo lo que le daba Hashem, ya fuera el
propio zapato, o el limitado talento que tenía para hacer
semejante zapato. Y no olvidemos que, además de ser feo, era
sumamente incómodo: por adelante, le apretaba el pie al que
lo usaba y por atrás, se le salía. Pero a pesar de todo el Simple
estaba contento con el zapato que había hecho. No era una
alegría forzada, a falta de otra opción, sino una alegría genuina
y total, plena de goce. Y no es porque fuera tonto y pensara
que el zapato era bueno. Él sabía perfectamente que le había
salido triangular y que era muy incómodo, pero igualmente
estaba contento, porque ese zapato se lo había dado Hashem.
Y para que nadie piense que el camino de la simplicidad es
un camino fácil y que no presenta obstáculos y pruebas, Rabí
Najman describe la reacción de su mujer ante la alegría de su
marido, el Simple.
Entonces ella le preguntaba: “Entonces ¿por qué todos los
demás zapateros cobran tres monedas de oro por cada par de
zapatos y tú solamente cobras una moneda y media?”.
Las preguntas de su mujer aluden a toda clase de humillaciones
que sufre el hombre y que están destinadas a privarlo de toda
su simplicidad y su alegría. A veces, las personas más cercanas
a nosotros, si no tienen cuidado, pueden transformarse en la
voz del Instinto del Mal, diciéndole cosas como: “¿De qué
estás tan entusiasmado? ¡Si todos tus colegas tienen mucho
más éxito que tú!”.
Cada persona quiere transitar por el camino de la simplicidad
y la alegría. El problema es que el Instinto del Mal y la gente
que lo rodea le ponen obstáculos en el camino, porque lo
miran con ojos críticos y no les cae bien que él esté alegre a
pesar de todo. Es por eso que uno tiene que ser muy fuerte y
saber resistir cada vez que le vienen a la cabeza esta clase de
pensamientos negativos y cuando escucha lo que le dice toda