Page 20 - 18375
P. 20
#
#-- - 18375-UV | 1 - A | 17-04-19 | 15:27:34 | SR:-- | Black
- 4 -
vergüenza El gran contraste
.
Alegría incondicional
Se casó…
.
éxito
este mundo Todo tiene un motivo El verdadero
.
en la dirección correcta El prestigio imaginario de
.
ruedas Empieza a vivir La gran mentira Invertir
.
.
sabiduría…
¡No te preocupes!
.
serenidad Verdad hay una sola Pensé en adquirir
.
¿Dónde estoy parado?
la verdad
.
de la constancia El poder de dominarse Reconocer
.
Sentido común En retrospectiva La importancia
.
.
verdadera sabiduría El ocio El ocio cansa y debilita
.
orden Empezar desde abajo Preciado tiempo La
.
que no vean cosas vanas Pongamos la cabeza en
.
Asesoramiento y orientación
El simple – siempre fortaleciéndose
Aprender a hablar La simplicidad de la auténtica fe
.
Índice
20| En el Jardín de la Sabiduría
El Cuento del Sabiondo y el Simple | 21 Pg: 20 | 18375-UV | 1 -Front | 17-04-19 - 29 - Capítulo Uno: La desventaja es una ventaja mental y que ore por cada cosa que necesita. inocente, que es la que posibilita que uno pueda tener claridad una emuná (fe pura y auténtica en el Creador Único)
“Al Rey”, respondió. Él respondió: “No, alguien me entregó la carta en nombre del El Sabiondo viajaba en un gran carruaje con gran pompa. El
Rey”. Simple llegó hasta él y con mucho afecto le preguntó cómo
Ellos preguntaron: “¿Acaso has visto al Rey alguna vez en estaba. “Hermano mío, ¡queridísimo amigo! ¿Cómo estás?
toda tu vida?”. Entonces él le dijo al mensajero: “Ves entonces con tus ¡Bendito Aquel que te ha hecho volver y me ha concedido
propios ojos que lo que digo es cierto, que no existe un Rey en
“No”. absoluto”. Entonces le preguntó: “Dime, tú eres de la ciudad el privilegio de verte nuevamente!”. Pero el Sabiondo, como
ya dijimos, sentía que todo el mundo era como una nada, y
“¡¿Acaso viste algo tan tonto como esto?!”, dijo el Sabiondo. capital y viviste allí toda tu vida; ¿acaso alguna vez viste al mucho más alguien como el Simple, que parecía un demente.
Rey?”. Pero a pesar de eso, y en virtud del gran afecto que los había
Una vez más, se acercaron a un oficial del ejército y se pusieron unido en su infancia, se acercó a él y viajaron juntos por la
a conversar con él hasta que al final le preguntaron: “¿A quién Él respondió: “No”. (Porque en verdad no todos tienen ciudad.
sirves?”. el mérito de ver al Rey, ya que rara vez el Rey aparece en
público). Los dos comerciantes mencionados al principio –los padres
“Al Rey”.
El Sabiondo le dijo: “Ves entonces que mis palabras son hechos de estos dos hijos– fallecieron mientras el Sabiondo estaba de
“¿Acaso has visto al Rey?”. claros y establecidos, que ciertamente no existe un Rey, ya que viaje por varios países y quedaron sus mansiones. El Simple,
ni siquiera tú has visto al Rey en toda tu vida”. que se había quedado en su pueblo natal, se había mudado
“No”. a la casa de su padre y la había heredado. Pero el Sabiondo,
El mensajero astuto continuó preguntando: “De ser así, ¿quién que había estado en el extranjero, no tenía quién la reclame
“Entonces ves con tus propios ojos que el tema está claro: gobierna el país?”. en su nombre y la mansión había quedado abandonada y en
están todos equivocados. No existe un Rey en el mundo”. Y ruinas y no quedó nada de ella. Por lo tanto, el Sabiondo no
se pusieron de acuerdo en que no existe un Rey en absoluto. El Sabiondo le respondió: “Te voy a dar una explicación. Le tenía ningún lugar donde alojarse al llegar. Se hospedó en una
preguntaste a la persona indicada, pues yo soy un experto en
Entonces el Sabiondo dijo: “Ven conmigo y viajaremos y el tema, ya que viajé por muchos países y estuve en Italia. Allí posada pero sufrió mucho estando allí, ya que la posada no
andaremos por el mundo, y te seguiré demostrando que se acostumbra que haya setenta ministros consejeros (sarei era de su agrado. El Simple tenía ahora un nuevo pasatiempo:
todo el mundo está terriblemente equivocado”. Y así fueron reteirin) que dirigen el país durante un lapso designado. Todos ir corriendo de su casa al Sabiondo y de vuelta con amor y
y viajaron por el mundo, y en cada lugar al que iban, veían los ciudadanos del país se turnan para oficiar de consejero, alegría. El Simple notó lo mucho que sufría el Sabiondo en
que la gente estaba equivocada. El tema del Rey se transformó uno después del otro”. Sus palabras empezaron a causar la posada y le dijo: “Hermano mío, ¿por qué no vienes a
en una fábula para ellos y allí donde encontraban que la efecto en el mensajero astuto, hasta que ambos se pusieron de quedarte en mi casa? Correré todas mis pertenencias a un
gente estaba equivocada, tomaban al Rey como una fábula: acuerdo y decretaron que no existe un Rey en el mundo. rincón y el resto de mi casa es tuyo para que lo uses como
si es cierto que hay un rey, entonces las fábulas también son desees”. La idea le agradó mucho al Sabiondo, quien fue a la
ciertas. Y así fueron y viajaron hasta que se les acabó el dinero. Entonces el Sabiondo dijo: “Espera hasta la mañana y te casa del Simple y se hospedó allí.
Primero vendieron uno de sus caballos. Luego, el segundo, y mostraré una prueba después de otra”. Él se levantó a la Ahora bien: el Sabiondo sufría una constante angustia,
al final los vendieron todos, y se vieron forzados a seguir a pie. mañana (o sea, el amigo del Simple, a quien llamamos “el porque se dio a conocer que era un hombre de extraordinaria
Y constantemente investigaban a la gente, y veían que todos Sabiondo”) y despertó a su amigo, el mensajero astuto, y le inteligencia, artesano y prestigioso doctor. Una vez fue un
estaban equivocados. Y se volvieron mendigos, yendo a pie y dijo: “Ven conmigo afuera y te mostraré con total claridad que ministro a verlo y le pidió que le hiciera un anillo de oro. Él
perdieron todo su prestigio y nadie los respetaba, porque la el mundo está totalmente equivocado, y en verdad no existe le hizo un anillo muy fino con exquisitos grabados y con la
gente no presta atención a personajes tan patéticos como ellos. un Rey, y están todos totalmente equivocados”. imagen de un árbol maravilloso. Pero cuando fue el noble a
Resulta que siguieron viajando y llegaron a la ciudad donde Entonces fueron al mercado y allí vieron a un soldado. Se le verlo, no le gustó nada el anillo. El Sabiondo sufrió muchísimo
vivía el primer ministro (o sea, el Simple, el amigo del Sabiondo). acercaron y le preguntaron: “¿A quién sirves?”. por esa causa, ya que él sabía que si ese mismo anillo con el
En esa ciudad, había un genuino Hacedor de Milagros que árbol lo hubiesen visto en España, habría sido objeto de gran
admiración y honra.