Page 41 - Confesiones de mi alumno
P. 41
Con el paso del tiempo seguimos comiendo tierra y aprendimos a regenerarnos.
Seguíamos en la cueva triste, y decidimos escribirte una carta, profe. Yo te escribí
una carta profe, en código secreto que solo tú entendías. El mensaje decía:
“perdónanos profe” cuando termine de escribir la carta le grite a mi amigo
―¡todo es tu culpa, si no me hubieras enseñado esa planta venenosa, esto
nunca hubiera pasado, nunca! Y mi amigo me miro triste, casi llorando, porque lo
que comíamos no nos llenaba, y ansiaba comerme a mí, y yo a él. Teníamos sed
que hasta nuestras lágrimas de tristeza deseábamos beber: ¡que tristeza más
oscura, profe!
Luego buscamos una paloma mensajera, profe, y te lo mandamos, en código te
lo mandamos profe, para que las almas que nos buscaban no nos encontraran.
Nos acercamos a la entrada con cuidado y vimos un pequeño agujero y por ahí
soltamos a la paloma.
Pasado un tiempo, no sé cuánto tiempo profe, porque usted dice que en el
mundo de los sueños no hay tiempo. Te llego la carta y respondiste. En
código. Respondiste en código profe. En la carta decía: “!les perdono la vida!”,
entonces al leer la carta con mi amigo dijimos ¿¡qué chucha, nos perdona la
vida, pero si ya estamos muertos, mierda. Quién se ha creído este¡? Y nos
llenamos de ira, profe.
Luego salimos de ese lugar y tú profe te habías enterado que nosotros habíamos
aprendido a regenerarnos y querías castigarnos. Cada vez que las almas en
pena nos mataban o nos cortaban la cabeza, nosotros nos regenerábamos,
profe. Tu profe, al conocer esto, construiste una maquina extraña que trituraba
Página
41