Page 59 - Confesiones de mi alumno
P. 59
XI
Estaba en cuarto grado entregando exámenes, entre la bulla y los comentarios
de los chicos, cuando vi el reloj y note que ya había terminado mi hora, entonces
me dispuse a salir.
―¡Mañana es devolución de libros! no se olviden ―les recordé, tome mis útiles
y salí del salón. Apenas avance y sentí que alguien me seguía y que no iba solo:
era Enrique.
―¡Profe, profe¡ – me tomo del brazo y continuo hablando― ¿y qué pasara si
no entrego los libros, profe? Prefiero pagar los cincuenta soles.
―¿Y qué paso con tus libros, acaso los perdiste? ― pregunte, mientras nos
dirigíamos a la sala de profesores.
―¡No profe! Es que no lo he terminado de estudiar ―grito el muchacho.
―¡Vas a perjudicar a tus compañeros! ¿Con qué van a estudiar el próximo
año? ―se detuvo un instante y se quedó pensando. Así era Enrique. Pensaba
y hacia cosas que a ningún otro alumno se le ocurría. Rompía reglas a cada
instante; normas para hablar y convivir.
Andaba siempre con su libro de matemática y se llamaba así mismo “el mejor
matemático”. Lo repetía como un verso que cansaba a todos. ¿Cómo no lo voy
a recordar? Después de todo lo que ha hecho.
Una de las tantas tarde se acercó y me sorprendió.
―¡Profe, estoy listo para enfrentarme a un catedrático! hasta te puedo enseñar
matemáticas, profe ―hablaba extendiendo su mano al mismo estilo de Hitler.
Página
59