Page 115 - Auge y caída del antiguo Egipto
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en la religión estatal, especialmente en las creencias relacionadas con la vida de
ultratumba del rey. Las estrellas circumpolares constituían un especial objeto de
fascinación. Solo ellas eran permanentemente visibles en el cielo nocturno,
nunca se ponían y representaban, pues, la perfecta metáfora del destino eterno
del rey: un lugar en el gran orden cósmico del universo que perduraría para
siempre. La pirámide de Jufu era nada menos que una forma de unir el cielo y la
Tierra en pro del eterno bienestar del rey.
HIJO DEL SOL
Las pirámides de Giza constituyen un símbolo apropiado de la sociedad del
antiguo Egipto durante la IV Dinastía (2575-2450). Así como las tumbas de los
cortesanos y trabajadores se agrupaban en torno al propio monumento funerario
del rey (o lo más cerca que les permitía el estatus de su propietario), el país en su
conjunto mostraba una dependencia similar del poder real. Los miembros de la
clase dirigente preferían que se les considerara humildes escribas, haciendo
hincapié en su servicio al rey. Las inscripciones autobiográficas grabadas en las
paredes de las tumbas reforzaban todavía más esa cultura de servidumbre. No es
casualidad que una de las fórmulas funerarias más duraderas de entre todas las
del antiguo Egipto apareciera por primera vez a comienzos de la IV Dinastía.
Escrita en capillas sepulcrales, en mesas de ofrendas y, más tarde, en ataúdes,
expresaba la idea de que todas las provisiones para la tumba y el culto funerario
de su propietario dependían de la generosidad real y constituían «una ofrenda
que hace el rey». La elevación del soberano encontró una nueva expresión en la
aparición y la creciente popularidad de nombres de personas en los que la
alusión a un dios era reemplazada por una referencia al monarca reinante. Así, es
muy probable que un niño al que se pusiera un nombre de pila como Jufu-Jaf,
«Jufu, el que aparece», creciera preguntándose si había alguna diferencia
práctica entre el rey y el dios solar. El hecho de que el real templo funerario