Page 110 - Auge y caída del antiguo Egipto
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otras unidades de trabajo de mayor tamaño, tal como atestiguan varias
inscripciones que han llegado hasta nosotros. Diez equipos formaban una
división de doscientos hombres, lo que hoy conocemos con el término griego de
phyle. Cinco phyle, cada una de ellas dotada de su propio jefe y asimismo de su
propia identidad, formaban una cuadrilla de mil trabajadores. Y dos cuadrillas,
de nuevo con nombres distintivos y a menudo jocosos (como «Los borrachos del
rey»), formaban una dotación, la mayor de las unidades de trabajo. La estructura
piramidal del personal era un reflejo del propio monumento. Como los
regimientos, batallones y compañías de un ejército, la estructura organizativa
engendraba un marcado sentimiento de identidad y orgullo colectivos en los
diferentes niveles del sistema, compitiendo equipo con equipo, phyle con phyle y
cuadrilla con cuadrilla para ser el mejor y obtener el reconocimiento por ello.
Era una solución sencilla e ingeniosa a una enorme tarea, que aseguraba que se
mantuviera siempre la motivación.
Y buena falta que hacía. Durante las dos décadas que se tardó en erigir la Gran
Pirámide, el trabajo en su construcción fue caluroso, implacable, agotador y
peligroso. Las condiciones debieron de resultar especialmente desagradables en
la cantera principal, situada a unos centenares de metros al sur de la propia
pirámide. Las asfixiantes nubes de polvo calcáreo, el brillo cegador del frente de
la cantera, el ruido constante de los cinceles, los enjambres de moscas y el hedor
a sudor de los hombres; no era ciertamente el entorno más placentero. La mano
de obra recién reclutada debía pasar primero un tiempo allí, anhelando
afanosamente el ascenso y trabajando duramente para conseguirlo. Y no es que
la alternativa resultara menos extenuante. Arrastrar los inmensos bloques de
piedra desde el frente de la cantera hasta la obra constituía un trabajo agotador.
Cada bloque, que pesaba una tonelada o más, debía ser izado y colocado por
medio de palancas sobre una plataforma de madera, y luego arrastrado con
cuerdas a lo largo de una pista cuidadosamente preparada. Al final del recorrido
había que bajarlo de la plataforma de madera y colocarlo meticulosamente en su
sitio, listo para cincelarlo y pulirlo. Y todo eso al ritmo de un bloque cada dos