Page 106 - Auge y caída del antiguo Egipto
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cámaras interiores mostraban un nuevo y sofisticado diseño, con techos dotados
de elegantes ménsulas que producían espacios piramidales destinados a reflejar
el conjunto de la construcción. Dos de las salas estaban al nivel del suelo,
mientras que la tercera, destinada tal vez a ser la cámara mortuoria del rey, se
situaba más arriba en el cuerpo de la pirámide. En la muerte, como en la vida, el
soberano se elevaría por encima de lo mundano, más cerca del cielo que de la
Tierra.
EL MAYOR ESPECTÁCULO DE LA TIERRA
Si el arte de la construcción de pirámides se fue perfeccionando gradualmente
durante el reinado de Seneferu, su hijo lo llevaría a nuevas cotas sin precedentes.
No se sabe prácticamente nada sobre la figura de Jufu (Keops en griego) como
hombre, y los acontecimientos de su reinado son imprecisos. Pero es probable
que creciera a la sombra de su padre, que su juventud se viera marcada por la
obsesión de la corte por la construcción de pirámides, y que decidiera superar
incluso a Seneferu encargando el monumento funerario definitivo. La Gran
Pirámide de Giza marca el apogeo no solo de la realeza del antiguo Egipto, sino
también de la tendencia universal del poder absoluto a proyectarse en una
arquitectura grandiosa. En su aspecto más sombrío, representa el ejercicio
ilimitado del control político y económico; en el más inspirador, un episodio
único en la historia humana. Es esta combinación de lo siniestro y lo
deslumbrante la que dota al monumento de Jufu de su perdurable fascinación.
Desde un primer momento, este se diseñó para marcar nuevas cotas que
resultaran insuperables. Jufu eligió cuidadosamente el emplazamiento. La
meseta de Giza —que, como Dahshur, resultaba visible desde Saqqara— era aún
un terreno virgen. La geología subyacente —una dura capa de roca caliza hoy
conocida como «formación Mokattam»— resultaba especialmente adecuada
para soportar el peso de un monumento gigantesco. La disponibilidad de