Page 108 - Auge y caída del antiguo Egipto
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El rey también escogió sabiamente cuando nombró al hombre que se
encargaría de supervisar todo el proyecto. Durante la mayor parte de la IV
Dinastía, los más altos cargos del Estado se reservaron exclusivamente a los
miembros varones de mayor rango de la familia real, en lo que parece haber sido
una política deliberada para concentrar todo el poder en manos del rey. En
consecuencia, para la mayor empresa de todo su reinado, Jufu eligió a uno de sus
parientes de confianza, Hemiunu, que probablemente era sobrino suyo. No cabe
duda de que su pertenencia al círculo de allegados del rey le había dado la
oportunidad de progresar, pero seguramente debió de poseer también un talento
innato a juzgar por la rapidez con la que ascendió a una posición de gran
relevancia. En su momento de mayor apogeo ostentaba toda una serie de cargos
cortesanos, religiosos y administrativos, que iban desde el de «anciano de
palacio» hasta el de «supremo sacerdote de Thot» (el dios de la escritura y de la
sabiduría). Puede que su inusual título de «director de la música del sur y del
norte» refleje uno de los intereses privados de Hemiunu, pero los cargos que le
conferían la mayor responsabilidad eran los directamente vinculados al
funcionamiento del Estado: «supervisor de los escribas reales» (en otras
palabras, máximo responsable de la administración pública) y «supervisor de
todos los proyectos de construcción del rey». De todos esos proyectos de
construcción de Jufu, ninguno era más importante que su Gran Pirámide, y
Hemiunu sería el responsable de todos los aspectos, desde el abastecimiento y la
organización de la mano de obra hasta la extracción y el transporte de la piedra,
pasando por la construcción y el mantenimiento de las rampas y la coordinación
de los topógrafos, arquitectos y supervisores. La estatua de tamaño natural de
Hemiunu procedente de su tumba en Giza muestra a un hombre que disfruta
plenamente de los beneficios de un alto cargo, y cuya pronunciada corpulencia
subraya su riqueza y privilegio. Con una nariz aquilina y una fuerte mandíbula,
sus rasgos faciales proyectan un aire de determinación y confianza en sí mismo.
Pese a sus impecables conexiones regias, seguramente necesitó en buena medida
esas cualidades cuando pisó por primera vez la meseta de Giza, al comienzo del