Page 145 - Auge y caída del antiguo Egipto
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«supervisor de los dos graneros», «supervisor de las dos salas de purificación»,
               «supervisor del almacén», «alto administrador», «escriba de la real tablilla de la

               corte»,  «portador  del  sello  divino»,  «compañero  único»,  «sacerdote  lector»,

               «supervisor del Alto Egipto en los nomos medios», «chambelán real», «báculo
               de plebeyos», «pilar de Kenmut», «sacerdote de Maat», «privado del secreto de

               todas  las  reales  órdenes»  y  «favorito  del  rey  en  todos  sus  lugares»—,  era

               evidente  que  el  sistema  se  hallaba  fuera  de  control.  Los  funcionarios  estaban

               ahora tan ocupados haciendo su agosto y asegurándose la existencia eterna que
               descuidaban el futuro bienestar del Estado egipcio. También en los asuntos de

               tradicional  patrocinio  real,  el  gobierno  central  parecía  haberse  extraviado.  A

               primera vista, la pirámide de Pepy II era el modelo ideal de monumento regio de
               la VI Dinastía, incluida su correspondiente dosis de «Textos de las Pirámides».

               Pero lo cierto es que una buena parte de la decoración del templo de la pirámide

               se  copió  servilmente  del  complejo  de  Sahura  en  Abusir.  Con  una  creatividad

               artística  estancada,  mirar  atrás  con  nostalgia  a  una  pasada  edad  de  oro  se
               convirtió  en  un  refugio  fácil  para  una  administración  que  había  perdido  el

               rumbo.

                  Para complicar aún más las dificultades causadas por una administración débil
               dirigida por un rey no menos débil, un prolongado período de bajas crecidas del

               Nilo causó estragos en la economía agraria del país. Tan acusada fue la sequía

               que  el  nivel  del  Birket  Qarun  descendió  de  manera  alarmante,  forzando  el
               abandono  de  las  cercanas  canteras  de  basalto  que  habían  abastecido  a  los

               proyectos  de  construcción  del  Estado  durante  todo  el  Imperio  Antiguo.

               Sencillamente, ahora la orilla del lago se hallaba demasiado lejos de la cantera
               para  que  el  transporte  de  los  enormes  bloques  de  granito  resultara  viable.  La

               insuficiencia  de  las  crecidas  provocó  una  falta  de  cosechas  generalizada  y

               problemas económicos a escala nacional. En tiempos más felices, un gobierno

               eficaz podría haber tomado medidas para aliviar las penalidades, utilizando los
               excedentes  de  cereales  de  los  silos  estatales  para  alimentar  a  su  población

               hambrienta.  Pero  parece  que  el  régimen  de  Pepy  II  fue  incapaz  de  responder
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