Page 141 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 141

el extremo meridional del país, la mejor zona para controlar los acontecimientos
               que  se  producían  al  otro  lado  de  la  frontera  de  Nubia.  Merenra  incluso  viajó

               personalmente a la frontera sur de Egipto para recibir a una delegación de jefes

               nubios.  Con  este  gesto  sin  precedentes,  sin  duda  confiaba  en  asegurarse  la
               continuidad de su lealtad hacia su señor egipcio, o, en su defecto, al menos la

               promesa de que no llegaran a mostrar una hostilidad abierta. Sin embargo, una

               visita real aislada y los informes de segunda o tercera mano de un funcionario

               local  difícilmente  representaban  una  base  lo  bastante  sólida  de  cara  a  tomar
               decisiones  sobre  asuntos  de  seguridad  nacional.  Lo  que  hacía  falta  era

               información de primera mano procedente de la propia Nubia. Este sería el tercer

               pilar de la nueva política del gobierno egipcio para con su inquieto vecino del
               sur.

                  La población fronteriza de Abu era la puerta de comunicación entre Egipto y

               Nubia.  Sus  habitantes  conocían  el  Alto  Nilo  mejor  que  ninguno  de  sus

               compatriotas,  y  muchos  de  ellos  tenían  estrechos  vínculos  económicos  o
               familiares con la población nubia situada justo al otro lado de la frontera. Desde

               el  reinado  de  Teti,  a  comienzos  de  la  VI  Dinastía,  el  Estado  egipcio  había

               realizado esporádicamente diversas expediciones a Nubia. Ahora había llegado
               el  momento  de  dotar  a  esas  misiones  de  reconocimiento  de  un  carácter  más

               sistemático, y de entre toda la población de Abu nadie estaba más cualificado

               para acometer semejante misión que el «jefe de los exploradores». Al fin y al
               cabo, él era el funcionario público responsable de mantener la seguridad y de

               garantizar  que  las  gentes  de  Nubia,  y  de  los  territorios  situados  más  allá,

               continuaran  proporcionando  un  constante  suministro  de  productos  exóticos  al
               erario real. Siguiendo las órdenes de Merenra, el «jefe de los exploradores», un

               hombre llamado Harjuf, emprendió un viaje épico en compañía de su padre, Iri.

               Su destino último era la distante tierra de Yam, situada muy lejos Nilo arriba,

               más allá de los límites del territorio bajo control egipcio. El viaje de regreso, de
               más de mil quinientos kilómetros, les llevó siete meses, al final de los cuales

               Harjuf e Iri llegaron sanos y salvos a Egipto, cargados con productos exóticos
   136   137   138   139   140   141   142   143   144   145   146