Page 136 - Auge y caída del antiguo Egipto
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pide comida a otra mujer. La angustia física y mental resulta bastante real, pero
               no hay inscripciones que identifiquen a las personas que están pasando hambre.

               Resulta  poco  concebible  que  se  pretendiera  representar  a  egipcios  autóctonos,

               dado  que  la  finalidad  general  del  arte  en  un  contexto  funerario  —y
               especialmente en el complejo de la pirámide del rey— era la de inmortalizar un

               estado  de  cosas  ideal.  La  única  conclusión  lógica  es  que  las  víctimas  de  la

               hambruna eran tribus del desierto, los descendientes de los prehistóricos pastores

               de ganado vacuno de Egipto, que seguían llevando una existencia precaria en las
               áridas regiones situadas al este y al oeste del fértil valle del Nilo. Su lamentable

               estado se ilustraba aquí para contraponerlo a la buena fortuna de los egipcios: la

               miserable desdicha de quienes vivían fuera del gobierno de Unis servía a la vez
               de crudo recordatorio y de advertencia para sus propios súbditos. Pese a toda la

               aparente  piedad  de  los  reyes  de  la  V  Dinastía,  el  viejo  modelo  de  monarquía

               despótica no había desaparecido por completo.





               GRIETAS EN EL EDIFICIO


               Toda la propaganda del arte y de la arquitectura, en forma de texto o de imagen,

               podía  comprar  la  inmortalidad  del  rey,  pero  no  sirvió  para  darle  un  heredero.
               Burlándose de su autoproclamación como fundador de una nueva era, el destino

               dictaminó que Unis muriera sin dejar un hijo que heredara su reinado. El trono

               pasó, en cambio, a un plebeyo, un hombre llamado Teti, que de inmediato se

               casó con la hija de su predecesor para asegurarse la legitimidad. Así se inició la
               VI Dinastía (2325-2175), en una atmósfera de incertidumbre, intrigas cortesanas

               y crisis mal gestionadas que habría de acosarla hasta su mismo final.

                  Dada la fragilidad de sus derechos sobre el trono, Teti tuvo que rodearse de
               lugartenientes  de  confianza.  Sus  magníficas  tumbas  decoradas  en  Saqqara,

               arremolinadas en torno a la pirámide real, testimonian una vez más la crucial

               importancia del mecenazgo regio para ascender profesionalmente, pero también
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