Page 131 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 131
TEMPLOS Y TEXTOS
Mientras la clase dirigente dejaba su impronta en una serie de tumbas
suntuosamente decoradas, los reyes de la V Dinastía (2450-2325) se
preocupaban de dejar su propio legado arquitectónico: pirámides y templos
solares. Los cinco primeros sucesores de Userkaf rindieron homenaje al dios
solar Ra en sus propios nombres (Sahu-ra, Neferirka-ra, Shepseskara, Neferef-ra
y Nyuser-ra) y erigieron sus pirámides en Abusir, en las proximidades del
templo solar de Userkaf. Aunque no eran ni por asomo tan grandes ni estaban
tan sólidamente construidas como las de la IV Dinastía, las pirámides de la V
Dinastía fueron hermosa y profusamente decoradas de acuerdo con la moda de
su tiempo. Se calcula que solo el complejo de la pirámide de Sahura contenía
unos diez mil metros cuadrados de relieves. La decoración incluía varias
novedades, tales como escenas de dioses ofreciéndole cautivos extranjeros al rey,
o una diosa amamantando al monarca. Los sofisticados gustos de la corte
resultan también evidentes en el uso deliberado y minucioso de tipos de piedra
contrapuestos: el «templo del valle» de Sahura tenía un friso y columnas de
granito rojo (estas últimas con forma de hojas de palma), un suelo de basalto
negro y la parte superior de las paredes de fina caliza blanca, mientras que el
techo se pintó de color azul oscuro con estrellas doradas para que se asemejara al
cielo nocturno. La calzada cubierta que ascendía por la escarpadura estaba
decorada con relieves en toda su longitud, y también las paredes del templo
funerario, situado junto a la pirámide propiamente dicha, estaban decoradas en
toda su extensión. El efecto conjunto debía de ser fascinante.
El templo funerario no era simplemente el sanctasanctórum de todo el
complejo, sino que servía también para albergar la estatua del rey, que era el
foco de la actividad de culto durante su reinado y habría de serlo también —
según esperaba el monarca— por toda la eternidad (ni que decir tiene que todos
los soberanos se verían frustrados en dicha esperanza, puesto que pocos cultos
llegarían a mantenerse durante más de unas cuantas generaciones tras la muerte