Page 129 - Auge y caída del antiguo Egipto
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propietarios de estas tumbas. Es cierto que algunos de ellos, como Mereruka y su
               predecesor,  Kagemni,  eran  visires  y  ostentaban  importantes  cargos

               gubernamentales.  Pero  parece  que  otros  no  tenían  casi  responsabilidades

               administrativas, o que no las tenían en absoluto, de modo que su elevado rango
               derivaría  meramente  de  su  proximidad  al  rey.  Irukaptah,  el  «jefe  de  los

               carniceros  de  palacio»,  sin  duda  desempeñó  un  papel  fundamental  en  el

               aprovisionamiento de la corte real; pero el esplendor de su tumba en Saqqara

               (que incluye escenas de carnicería) sugiere que el rey se preocupaba más por la
               comida que le servían que por cómo se gestionaban sus ministerios. De manera

               similar, los hermanos gemelos Nianjjnum y Jnumhotep, que compartían el cargo

               de  «jefes  de  las  manicuras  de  palacio»,  vieron  recompensada  su  abnegada
               dedicación  a  las  reales  uñas  con  una  tumba  hermosamente  decorada.  El  visir

               Jentika debía su ascenso no a su experiencia como competente administrador,

               sino  a  sus  diversos  papeles  en  el  servicio  personal  del  rey,  entre  los  que  se

               incluían  el  de  «responsable  del  guardarropa»,  «supervisor  de  los  ropajes»,
               «administrador de todos los faldellines», «jefe de secretos del cuarto de baño» e

               incluso  «supervisor  del  desayuno  del  rey».  En  una  corte  real  decadente  y

               entregada a una vida repleta de privilegios, la más suntuosa de todas las tumbas
               de  la  V  Dinastía  construidas  en  Saqqara  fue  obra  no  de  un  canciller  o  un

               «supervisor de los trabajos», sino del «jefe de los peluqueros de palacio». La

               magnífica construcción de Ty —que así se llamaba— incluye un extenso atrio
               hipóstilo cuyas columnas forman un umbroso pórtico en cada uno de sus cuatro

               lados, un largo corredor que lleva a otras dos salas y una cámara independiente

               que alberga su estatua. El caso de Ty revela hasta qué punto el favor real seguía
               siendo todavía el principal pasaporte a la riqueza y el alto rango. Es cierto que la

               administración  se  había  abierto  a  los  plebeyos,  pero  las  viejas  costumbres  se

               resistían a desaparecer.

                  Este  ancestral  método  de  ascenso  queda  muy  bien  ejemplificado  en  la
               trayectoria de Ptahshepses (c. 2400), dueño de la mayor tumba de la V Dinastía

               construida en todo Egipto. El principal punto de inflexión en su carrera fue su
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