Page 127 - Auge y caída del antiguo Egipto
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obsesión de los egipcios por el rango. Otro rasgo característico de la decoración
de las tumbas es su deliberado carácter intemporal. Apenas existe —o no existe
en absoluto— un sentido de la progresión narrativa. Las escenas aparecen como
suspendidas en el espacio y en el tiempo. Los momentos clave de la vida del
propietario, como su infancia, su matrimonio o su ascenso a un alto cargo,
brillan por su ausencia, ya que el hecho de incluirlos en la decoración
equivaldría a perpetuarlos por toda la eternidad. Solo la parte final —el punto
culminante del éxito, la riqueza y el estatus— se juzgaba apropiado para ser
inmortalizado en el arte.
Aunque puede que las escenas de las tumbas no constituyan evidencias fiables
sobre las realidades de la vida cotidiana, sí que nos permiten conocer las
fantasías de la élite del antiguo Egipto. Los placeres de los ricos ociosos quedan
aquí meticulosamente registrados: actividades al aire libre como cazar en el
desierto o pescar y cazar aves en las marismas, y también toda una serie de
actividades de salón. Así, por ejemplo, a Mereruka, un visir de comienzos de la
VI Dinastía, se le representa pintando y jugando a juegos de mesa. En otra
escena, los miembros de la servidumbre doméstica le preparan el lecho,
arreglándole el colchón, el cabezal y el dosel; luego Mereruka aparece relajado
en su cama, mientras su esposa le entretiene tocando el arpa. Cuando, de vez en
cuando, le tocaba espabilarse y trabajar un poco en serio, al menos podía darse el
gusto de trasladarse de un lugar a otro en la comodidad de una litera cubierta,
llevado a hombros por sus sirvientes. Tales actividades estaban, obviamente, a
años luz de las duras realidades de la vida en el Egipto rural (antiguo y
moderno). Puede que los burócratas de finales del Imperio Antiguo fueran de
origen plebeyo, pero, una vez que habían logrado trepar por la cucaña de los
ascensos profesionales, se mostraban más que encantados de desvincularse del
resto de la población y recrearse en una vida regalada de lujos, o, cuando menos,
en la promesa de disfrutar de ella después de la muerte. Muy ocasionalmente se
permite echar una ojeada al mundo que hay al otro lado del velo de seda, pero
solo para hacer hincapié en algo concreto. Así, en la tumba de Mereruka, su vida