Page 128 - Auge y caída del antiguo Egipto
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de placeres se contrapone al castigo brutal impuesto a los defraudadores
tributarios sobre los que este ejercía su autoridad. De hecho, un desagradable
destino aguardaba al jefe de la aldea que se retrasaba en los pagos: arrastrado por
la fuerza a la oficina de impuestos local, lo más habitual era que se le atara
desnudo a un poste y se le azotara con varas de madera, mientras los escribas
dejaban constancia tanto del delito como del castigo. Lejos del enclaustrado
ambiente de los que se dedicaban a cazar y pescar, la vida era dura y miserable.
Ningún otro ámbito ilustra mejor esa disparidad que el de la salud. En los
niveles más altos de la sociedad, se podían requerir los servicios de médicos de
cabecera, dentistas y otras especialidades médicas. En sus tumbas, a los
miembros de la élite se les representa siempre vigorosos y saludables; a los
hombres, fuertes y viriles, y a las mujeres, núbiles y agraciadas. Pero, en cambio,
los esqueletos y restos momificados descubiertos —además de algunas
ocasionales escenas en tumbas— confirman que el campesinado padecía toda
una serie de enfermedades debilitantes y dolorosas, muchas de ellas todavía
difundidas en el Egipto actual. La esquistosomiasis, una enfermedad parasitaria
transmitida por caracoles de agua dulce que habitan en canales, acequias y
charcas de aguas estancadas, produce sangre en la orina, que a veces desemboca
en anemia, y debió de ser una causa común de mala salud y muerte prematura.
Parece que también la tuberculosis estaba muy extendida, derivando a menudo
en la deformación de la columna vertebral (enfermedad de Pott), y sin duda otros
síntomas similares eran con frecuencia el resultado de un trabajo físico duro e
incesante. También hay constancia de tumores en esqueletos del Imperio
Antiguo, mientras que tres escenas de tumbas de la época podrían representar a
individuos que sufrían de hernias. Aparte de añadir algo de color a las escenas de
campesinos trabajando, en el ideal aristocrático de la élite gobernante no había
lugar para la enfermedad o la deformidad, la suciedad o la disidencia.
La impresión de una clase dirigente fuertemente desconectada del resto de la
población no hace sino verse reforzada cuando observamos los empleos de los